2 Estoy trabajando en COM Ràdio. Termino mi turno por la noche, dejo a Sergi, el compañero que me releva, y me voy a casa en bicicleta -algo que nunca hago en la realidad-, todo ello como ebrio o drogado, apenas sin hablar con nadie. Al llegar a la puerta de mi casa encuentro a mis amigas Patry y Judith. Les propongo ir a tomar una copa y ellas aceptan. "Ahora bajo", les prometo. Subo a mi casa y veo el pasillo lleno de paquetes y enseres recién comprados para una celebración, como platos de plástico o plantas. Veo a mi padre y otras personas ajetreadas. El sueño me vence y me echo a dormir.
Entonces, en la cama, estalla la inquietud: me viene a la cabeza que he olvidado hacer mi última tarea en la radio -redactar y locutar el boletín de las 11 de la noche- y he olvidado también la cita con mis amigas. Busco desesperadamente el móvil para disculparme con todas las personas afectadas. Intento llamar al trabajo para que me den el número de Sergi y busco igualmente los teléfonos de Patry y Judith para mandarles un mensaje de texto con mis excusas. Intento recordar, repasar todo lo que hice cuando me fui del trabajo, pero tengo un hueco abrumador. Me desgarran los remordimientos.
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