En este caso no hay obra de teatro sino un concierto musical sobrevenido en el que debo hacer las veces de presentador y animador. Hago mío el rol y me entusiasmo con la idea. Leo en público una especie de notas de guión que me han pasado, donde figura que aparecerán Eduardo Mendoza (el escritor) y Lluís Llach (el cantautor y político).
Sin embargo, los nombres están equivocados. Quien aparece es un trío musical de adolescentes o veinteañeros muy jóvenes (un chico y dos chicas), que ofrecen un repertorio de pop juvenil. Se ofenden por mis errores a la hora de presentarlos, hacen algún comentario sarcástico sobre el desdén a la gente joven por parte de los 'boomers' o similares (aunque yo soy 'millennial'); yo intento disculparme con ellos. Apenas me afecta la confusión, ya que estoy muy eufórico en medio de aquel sarao.
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