domingo, 13 de enero de 2008

La corrida de toros (12-13 enero 2008)

Voy con Laura a ver una corrida de toros. La plaza está atestada de gente y los toreros faenan con brillo y agilidad. De repente vemos un niñito vestido de blanco bordeando la arena. "¡Dios mío! ¿Quién le habrá dejado allí?", exclamamos con desazón. El pequeño se va acercando al centro de la plaza pero los morlacos no llegan a rozarlo.

Empieza a llover y nos ponemos a cubierto. Alrededor de la arena instalan una especie de toldo circular y allí se concentra la gente tranquilamente, sentándose y tomando algo en improvisadas terrazas. Laura y yo subimos las gradas de la plaza, a gatas, por unos pasos tupidos de hierba y piedras. Grito de dolor. Me he clavado algo en las manos y tengo los dos dedos anulares con la piel de delante levantada. Al parecer me han herido dos pequeñas trampas para ratones. Aún turbado, le digo a Laura que deberé vendarme los dedos en una farmacia. Finalmente nos adentramos en una habitación, dentro de la plaza de toros, donde estamos alojados con otros amigos.

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