viernes, 20 de diciembre de 2013

La Casa Batlló por atrás; creo vivir en Barcelona (finales diciembre 2013)

Recorro las calles del centro de Barcelona con mi hermana Alícia. Paramos en una tienda de ropa y, al asomarnos a un ventanal, descubrimos por sorpresa que nos hallamos justo detrás de la Casa Batlló de Gaudí. La silueta inconfundible del edificio, con su lomo sinuoso y su cruz bulbosa, se recorta en la noche. Me asombra ver el edificio desde esta infrecuente perspectiva, más de vecinos (desde dentro) que de turistas (desde fuera). Alargamos el brazo para palpar la azotea de la casa, y lo que creíamos un recubrimiento de cerámica resulta ser una especie de alfombrilla que se desgaja de su sitio. Intentamos arreglarlo rápidamente.

Seguimos andando por la ciudad y me embelesa la bohemia de las calles, populosas y cosmopolitas (en el sueño parecen las de Ciutat Vella). Nos acercamos a la Plaça de Catalunya y creo llegar a mi casa, pero enseguida me doy cuenta de mi error; en realidad vivo en la Plaça de Catalunya de Sant Boi. Por momentos, me ilusionaba la idea de vivir en Barcelona; me hacía sentir más pleno y especial -no así en la realidad-.

viernes, 6 de diciembre de 2013

Tengo una bolsa de fresas adherida a la boca como una verruga; Las torres de la Sagrada Família son palmones de Semana Santa (6 diciembre 2013)

1 Fresas parasitarias en mi boca Curioso sueño. Noto una molestia constante en la boca. Parece una llaga o protuberancia. Me palpo la parte interna del labio inferior y noto allí una verruga de grandes dimensiones, casi como una bola de papel de aluminio. Tiro de ella con empeño hasta que va cediendo, pero sigue pegada a mi boca por un pequeño conducto de carne, fino y elástico. Los familiares que hay a mi alrededor (recuerdo a mi tía Daisy) me miran con desaprobación e intentan disuadirme. Pero no les hago caso y finalmente me arranco la extraña verruga con unas tijeras. Cuál es mi sorpresa cuando compruebo que se trata de una bolsa transparente con unas cuantas fresas en su interior. Algunas ya presentan mal estado, con algunas motas blanquecinas.

2 Sagrada Família sostenida por Felipe González Estoy en Lleida, donde gozo de una espectacular e imaginaria visión aérea de la ciudad. Se ven muchos monumentos, destacando al fondo la Seu Vella (catedral) y, algo más cerca, a la derecha, la silueta de la Sagrada Família de Barcelona (?). Las torres del templo de Gaudí van cambiando de tono e iluminación; ahora más oscuras, ahora más claras. Me acerco volando hasta el edificio, para admirarlo de cerca, pero al llegar descubro que las torres son en realidad grandes palmones de una procesión de Domingo de Ramos de Semana Santa. Uno de los peregrinos, sosteniendo la altísima palma conífera, es Felipe González, que camina con seriedad ceremonial. Al retirarse las palmas que parecían las torres, la Sagrada Família se presenta algo anodina e incompleta. Visito el interior, que me parece decepcionante y convencional. Pero se me ocurre que hay un segundo interior, éste verdaderamente bello -el de la vida real- con las columnas blancas y las formas arborescentes.