viernes, 25 de julio de 2008

La Papisa, la boca silvestre, Moscú y volando sobre el mar (24-25 julio 2008)


1 Asistimos a una misa en una iglesia más bien pequeña del Vaticano. El Papa oficia la celebración con un castellano nítido y perfecto. A medio rito, Benedicto XVI se coloca en un lugar apartado del altar y se quita las vestiduras sacerdotales. Entonces descubro que el pontífice es una mujer: una señora cincuentona, con el pelo castaño hasta la nuca, gruesos labios, expresión tranquila y prominentes caderas. Lleva un vestido hasta las muslos, de modo que sus piernas están a la vista.

2 Quizá en la misma iglesia, o en los alrededores, se forma una cola de fieles para adorar una imagen. Se trata un rostro con la boca abierta, todo verde y cuajado de vegetación, algo parecido a un dios de los bosques. Los fieles deben, primero desnudarse, y después besar en la boca a la divinidad verde. Me llega el turno, junto a un amigo que me acompaña, y cumplimos el rito -creo recordar- sin tener que desnudarnos. Mientras nos vamos, unos detectives privados nos observan, como si hubiéramos cometido un crimen. Llevan una lista con los nombres de todas las personas que han besado la boca verde. Algunos nombres están subrayados, como el mío.

3 Desde la esquina de una plaza, tengo la imagen perfectamente nítida de unos palacios multicolores. A primera vista parecen grandes iglesias bizantinas de Moscú, con sus cúpulas bulbosas. Luego me doy cuenta que están construídas a base de bolos o peones de ajedrez gigantescos, algunos torcidos o caídos, como en los caóticos apartamentos Hundertwasser de Viena.
El nivel de detalle es tal que incluso puedo apreciar la textura de los bolos, como de hierro pintado. Parece una enorme escultura pop.

4 Vamos en un vehículo a toda velocidad. De repente se acaba la carretera y sobrevolamos el mar. Tras el susto, la sensación es de gozo y libertad. Al fondo se ve la silueta de Barcelona, con las torres Mapfre. El coche volador llega al puerto y, entonces, se sumerge en el mar para hacer el camino de vuelta. El trayecto bajo las aguas es menos agradable; siento un cierto ahogo.

5 Tengo un falso despertar. Sueño que me levanto de la cama, y aún medio dormido, y abro la puerta de la habitación. Está todo a oscuras. Alguien pasa corriendo por el pasillo y me da una palmada. Me asusto y descubro que estoy soñando, así que vuelvo a la cama para despertar de verdad.

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