Un juez interroga en la calle a dos jóvenes, un chico y una chica, acusados de terrorismo. En algunos momentos ese magistrado soy yo. La muchacha lleva el pelo a la altura de la nuca. Es rebelde y atractiva. El juez pregunta con insistencia y descubre incongruencias en la declaración de los acusados. Ella se exaspera, con rabia juvenil. Sin embargo, poco a poco va acortando distancias con la chica. Al parecer los jóvenes se dedican a la música y han editado un CD con un diseño original. La carátula es alargada y vertical, y luce un logotipo desenfadado. "Me gusta", comenta el juez distendidamente.
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