sábado, 23 de febrero de 2008

Los interiores de la catedral (22-23 febrero 2008)

Estamos en la catedral de Burgos o en Santo Domingo de Silos. El interior es de un gótico fastuoso, lleno de columnas y capillas y con una gigantesca pintura de la Gioconda, cual Virgen María, en el retablo del templo. Visito la iglesia con mi madre y mis hermanos pequeños. Una monja joven y severa nos va guiando y nos abre las puertas de las distintas capillas y dependencias que pueblan las entrañas de la catedral. Hablo con la religiosa: le confieso que no me entusiasman los templos tan recargados y que prefiero, por ejemplo, iglesias austeras como la barcelonesa Santa Maria del Mar, que "solamente es un salón". La monja me escucha con frialdad y no responde.

Subo a unas escaleras para contemplar el retablo de la Gioconda con perspectiva. Desde lo alto veo cómo mi madre y mis hermanos suben por otras escaleras y se introducen en el retablo, como ocurre en algunos templos barrocos como el de El Miracle (Solsonès, Lleida). Una vez visto en perspectiva, me voy yo también a ver de cerca la zona del retablo. Flanqueando el altar, a un lado y otro de la iglesia, hay conjuntos escultóricos monumentales. Se trata de camas esculpidas con reyes durmientes, todo en madera y policromado. Entonces se da una señal y las figuras góticas de madera empiezan a moverse mecánicamente, como marionetas de feria.

Mi viaje por los interiores de la catedral se acerca a final. Frente al altar, subo por una escalinata y llego a un alto trono, donde me espera una especie de emperador o pontífice. Empiezo a hablar con él y descubro que, pese al aura de santidad, el soberano es grosero y superficial.

En otra ocasión ya soñé con un templo donde contemplaba un retablo mariano mientras nos guiaba una mujer sombría.


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