martes, 16 de junio de 2015

Pregunto a los difuntos sobre el cielo y el infierno (mediados junio 2015)

Paseo por una ciudad hermosa y monumental, creo recordar que se trata de Roma, reconstruida e imaginada oníricamente. Contemplo una panorámica conocida de la urbe y decido volver al punto de partida por otro camino, distinto del que he recorrido de ordinario. Gracias a este camino nuevo se producen encuentros asombrosos, como el Papa emérito Benedicto, con quien cambio unas palabras, y sobre todo Carmen G., amiga de la familia fallecida en la vida real desde hace unos meses, a quien tenía mucho cariño. Aparece algo cabizbaja, como medio dormida o aletargada, pero serena. Impresionado, le pregunto si existe el cielo, y me responde brevemente que sí, con una tímida sonrisa, y también sobre el infierno, a lo que también asiente, pero, ante mis inquietudes, aclara que sólo es un sitio de paso.

El Rey de España es mi abuelo (mediados junio 2015)

Voy por la calle con mi abuelo paterno y también con el rey emérito de España, Juan Carlos de Borbón. El rey es mi otro abuelo, cosa que doy por hecho con la mayor naturalidad. Incluso comento a mi hermana Cristina que se le parece cuando sonríe. He tenido ya otros sueños en los que soy pariente de la familia real.

lunes, 8 de junio de 2015

"¿Quién es Dios?", "Mi predilecto" (7-8 junio 2015)

Extraño sueño durante una mañana, poco antes de despertar.

Viajo con mis amigos y visitamos Barcelona, como si se tratara de algún lugar lejano o desconocido. Nos hospedamos en un raro hotel de finales del siglo XIX, de estilo burgués y modernista pero desconchado, avejentado y algo laberíntico. Su ascensor es extremadamente claustrofóbico, con una cabina antigua, con dos puertas, en las que apenas cabe una persona, totalmente comprimida.

De modo que decido subir por la escalera, agobiado y angustiado por aquel ascensor. Llego a uno de los pisos más altos y cuál es mi sorpresa cuando llego a una amplia explanada con colinas y bastante gente merodeando por los caminos, como si fuera un paraje de interés turístico.

En lo alto de una de las colinas se alza un hermoso castillo-iglesia con una gran torre maciza, de planta cuadrada y con almenas, presidiendo la fachada, parecida a la de la Alhambra, o la torre del homenaje de algún castillo medieval. Me intriga sobremanera aquel lugar perdido en la sierra de Collserola que desconocía por completo. (En otros sueños recientes también aparecen lugares montañosos de Barcelona que jamás había visto, también con vestigios monumentales).

Llego a la puerta de la iglesia y descubro que allí se rinde culto a una rara secta cristiana, cuyos fieles parecen gentes desequilibradas, con problemas mentales y a veces incluso algo amenazantes. En la portalada hay un muchacho de unos dieciocho o veinte años apuntando constantemente al interior de la iglesia con una especie de proyectil de dardos o balines, como si se propusiera impedir la entrada de cualquier extraño.

Intento conversar con ellos. Interpelo a una chica, de rostro un poco desencajado pero expresión dicharachera, sobre lo que hacen allí. Me responden que oran a Dios. Le pregunto entonces:

- ¿Y quien es Dios?

A lo que ella responde brevemente:

- Mi predilecto. *


ACERCA DE ESTE SUEÑO

Por: Doctor Kieslowsky 

* La expresión final recuerda al pasaje del bautismo de Cristo en los Evangelios, en el que se abren los cielos y la voz del Padre clama: "Este es mi Hijo, mi Predilecto. Escuchadlo".

martes, 2 de junio de 2015

Otra vez mi habitación abierta de par en par a la calle (mediados mayo 2015)

De nuevo, como hace unos días, y otra vez coincidiendo con una noche de descanso fragmentado, sueño que mi habitación está casi abierta de par en par a la calle, con grandes ventanales abiertos a mi alrededor donde se puede ver el gentío transitando por las calles, casi rozándome. Me inquieta verme tan desprotegido, o pensar que alguien pueda venir a atacarme, pero a la vez estoy como en una burbuja, ajeno a todo, dormido y a la vez conectado con la vigilia.

Perdido en el avión inmenso, sin mi familia (mediados mayo 2015)

Viajo con mis padres y hermanos a cierto país extranjero, de vacaciones. Sin embargo, apenas les veo durante el viaje. Estamos aislados, separados, no encontramos el momento de vernos y compartir ese viaje. Me siento indeciblemente egoísta y desazonado; no gozo en absoluto de las vacaciones. Pasan unos días y llega el momento de volver a casa. Todavía sin haber encontrado a mi familia, subo a un gigantesco y amplísimo avión, casi como una estación ferroviaria, grande y ajetreada, y no consigo nunca saber dónde están.

Mi abuela revive pero su mano se deshace (mediados mayo 2015)

Veo a un grupo de mujeres mayores. Entre ellas está la actriz Mercè Sampietro, con quien entablo una breve conversación, interesándome por su vida. Enseguida me doy cuenta que también está mi abuela Cari, que falleció en la vida real hace cinco años. Doy por descontado que ha vuelto a revivir, desde hace un tiempo -especulación que se repite en muchos sueños- y le pregunto cómo se siente, si recuerda como fue su paso de la muerte a la segunda vida. Responde con cierta apatía y una ligera sonrisa de indiferencia. Me cuenta, sin dramatismo, que los últimos días ha visto como se le deshacían o se le descoyuntaban algunas partes del cuerpo, como las manos, que se convertían repentinamente en amasijos de huesos con la carne aplastada o deshecha. Visualizo la imagen y me horroriza, me provoca repulsión y abatimiento; parece confirmarse que su vida no es más que un hilo precario, que está frágilmente entre la vida y la muerte o inútilmente resucitada.