domingo, 6 de abril de 2008

Balbuceos, vuelos y el Cristo de mármol (5-6 abril 2008)

Gran sueño-río interrumpido por varios desvelos.

1 Estoy de nuevo en COM Ràdio, la emisora donde trabajo, y han vuelto a hacer cambios en el edificio. Esta vez han remodelado el estudio: es mucho más espacioso, hay más gente, y el reloj digital es excesivamente complejo, con confusas centésimas de segundo. Debo locutar un boletín horario con Mònica, pero pierdo los papeles y leo una noticia antigua. Cuando debo volver a leer, lo hago con voz balbuciente, diciendo tonterías.

2 Vuelo por todas partes de forma lúcida, sabiendo que se trata de un sueño y buscando la exploración lúdica hasta la extenuación. Hacia el final del recorrido, intento volar velozmente hacia arriba pero descubro que hay un techo.

3 Estoy en Lloret de Mar con Laura. Visitamos varias tiendas de souvenirs, camisetas, pulseras y anillos. Llegamos a la zona de la iglesia. Se trata de un templo historicista, un gran edificio cónico muy vistoso lleno de agujas y torreones. Evoca el castillo Neuschwanstein de Baviera y su réplica infantil en Eurodisney.

4 Vuelvo al hogar tras mi periplo variopinto, convertido en un álter ego maduro y canoso. Melancólicamente, salgo a pasear y compro el periódico. De camino a casa paso por el parque de la Muntanyeta de Sant Boi. Ya anochece. El recinto se ha convertido en un gran parque temático de la muerte y los cementerios, quizá para celebrar Halloween o el Día de los Difuntos. La explanada verde del parque está llena de arquitecturas góticas mortuorias de cartón piedra y cubierta de una miríada de luces temblorosas, como velas o antorchas blancas y rojizas.

Llevado por la curiosidad me introduzco en el recinto del parque. Apenas puedo andar dos pasos: el suelo está fangoso y los pies se me hunden. Salgo de allí como puedo, con los zapatos sucios hasta los topes. Debo lavarlos como sea.

Entonces me acerco a una escultura que tengo a medio esculpir. Se trata de dos figuras yacientes: un hombre de aire clásico y un pequeño Cristo muerto de mármol, de frente despejada y párpados redondos, como el de la Pietá de Michelangelo. Aún falta completar los pies de la figurilla. Con gran pena, como si fuera un robo o una traición, tomo un puñado de polvo de mármol que se acumula en las piernas del Cristo y lo uso para limpiarme el barro de los zapatos.

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