jueves, 26 de julio de 2007

Yo y mi doble frente al espejo (25-26 julio 2007)

Otra vez un sueño lúcido. En esta ocasión salgo de la cama levitando, con una intensa sensación de realidad que me hace dudar de si estoy soñando.

1 Entonces se produce algo insólito en mi historial onírico. Aprovecho mi condición de viajante astral para volver a mi cuarto a oscuras y salir al encuentro de mi cuerpo durmiente. A tientas, enseguida noto el tacto de mi propia cara –la cara de mi doble- y mis facciones, especialmente mi nariz prominente. Levanto el cuerpo inerte y nos vamos los dos al lavabo. Una vez allí nos ponemos ambos frente al espejo. Al principio me estremezco: mi doble inerte me tapa totalmente, como una marioneta, y yo quedo justo atrás, como ventrílocuo oculto. Parece que estemos pegados. Sin embargo, poco a poco consigo desgajarme de él y nos colocamos uno al lado del otro –mi yo durmiente y mi yo soñador- frente al espejo.

2 En otra ocasión salgo de la habitación, me dirijo al comedor y encuentro a mi madre. De nuevo, intento convencerla de que no existe, de que es un personaje onírico. Se lo repito una y otra vez, persuasivamente, mirándola a los ojos. Ella permanece incrédula y pasiva.


ACERCA DE ESTE SUEÑO

Por: Doctor Kieslowsky

Este sueño parece tener resonacias mitológicas. En primer lugar se produce un desdoblamiento del protagonista. El ser soñante se desgaja del ser durmiente y sale volando, lo que da pábulo a la idea de los viajes astrales (descritos en mis trabajos científicos*) y al relato de la liberación del alma acuñado por Platón.

Sin embargo, lo que me parece más interesante como profesional onirólogo es el reencuentro entre los dos seres. En un misterioso momento de lucidez, el alma -entiéndase aquí como núcleo vivo del ser, a la manera de Jung, no como depósito profundo- decide cambiar el curso de su vuelo y retrocede para salir al encuentro del cuerpo inerte que dejó en la cama. ¿Para volver a fusionarse con él? No. Para vivificarlo y levantarlo. En cierto sentido, para jugar con él.

Evoquemos en este punto una de las imágenes más potentes del Génesis.

En este fresco románico de la primera mitad del siglo XII, procedente de la ermita de la Vera Cruz de Maderuelo (Segovia) el Creador levanta físicamente a Adán para que eche a andar. Según el libro del Génesis, el primer hombre se crea a partir del barro ("a su imagen y semejanza") y permanece inerte hasta que Yahvé insufla aire en sus narices.

Una vivificación similar se produce en el sueño que nos ocupa. El alma o yo soñador va a buscar concienzudamente al 'cuerpo de barro' que vegeta en la habitación y lo palpa físicamente -el onironauta nos habla incluso del tacto de la nariz- hasta alzarlo de la cama.

En mi consulta de Gdansk jamás había tenido ocasión de analizar un viaje astral donde los dobles caminan juntos. Si antes convocábamos el relato genesíaco, aquí debemos traer a colación el mito de Géminis y la tensión entre los iguales. Tal como nos cuenta el onironauta, los dobles se van juntos hacia el lavabo y una vez allí, ante el espejo, se da un inesperado eclipse: el doble inerte tapa al yo vivo, y éste no puede verse a sí mismo. No puede aprehenderse. Tan solo ve la cara del hermano inmóvil, como una máscara asfixiante.













El pintor belga René Magritte nos proporciona brillantes plasmaciones del terror especular. En 'Prohibida la reproducción. Retrato de Edward James' (1937), un hombre se mira al espejo pero sólo consigue verse de espaldas. Y en 'El hijo del hombre' (1964), una de sus obras más famosas, una manzana flotante eclipsa el rostro de un individuo anónimo con bombín.

Según el relato de nuestro paciente, el inquietante eclipse se deshace al final del sueño, de modo que los dos 'astros' se muestran ante el espejo. De nuevo, pues, el soñante ha rehuído la unificación y se ha esforzado por alienarse y mantener el estado dual. El modo como el onironauta busca la compañía de su 'hermano de barro', con afán lúdico y exploratorio, evitando a la vez la fuga y la fusión, me permite concluir que el paciente sufre personalidad múltiple. Le receto comprimidos de Centripetina (10 mg). Tómese por vía pineal cada 4 horas.

*Estudio sobre los viajes astrales. Entrevista con 130 pacientes de Gdansk y Straszyn. Ediciones Kopernik (Varsovia, 1983).

Dr. Andrzej Kieslowsky
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