Nos asomamos a una terraza y vemos que el nivel del mar ha subido extraordinariamente. "Nunca había subido tanto", comentamos. Tras la curiosidad, llega la sensación de riesgo. El oleaje se levanta de modo tan peligroso que decido apartar a los niños de la terraza (se trata de los hijos pequeños de la familia Segura, a quien conocemos) y nos retiramos a un jardín. La historia ocurre en la casa de mis abuelos maternos, en Ordal.
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