jueves, 29 de noviembre de 2012

El perro que viene y va (finales noviembre 2012)

Sueño durante una siesta en el sofá. Con total sensación de verosimilitud, me parece oír a un perro que se ha colado en casa a través de la terraza, y va jadeando de un lado al otro del comedor, junto a mí. Pienso que se trata del perro del vecino, que ha saltado de algún modo de un balcón al otro. Al despertar, no hay ningún perro: sólo el sonido sincopado de la lavadora.

jueves, 22 de noviembre de 2012

La fiesta de menopausia de la bruja (mediados noviembre 2012)

Se ve un gran barco o galeón fantástico cuyo casco toma la forma de un gigantesco delfín vivo, lleno de patas-tentáculos como de pulpo. Se asemeja a la imagen de un grabado o ilustración de un bestiario medieval, y recuerda también a los elefantes con larguísimas patas pintados por Dalí.

Segundo acto: aparece una bruja de largos cabellos blancos. Su rostro es el de Fin Raziel, la bruja bondadosa de la película 'Willow'. Aparece sumergiéndose en las aguas, con las que se supone que va rejuveneciendo y embelleciendo, aunque apenas se aprecia.

Aparece un tercer personaje, un caballero o marinero que se pone a hacer el amor con el delfín-barco, identificado ahora con la bruja. De nuevo, el acto es un raro ritual de rejuvenecimiento para la extraña bruja.

Y cuarta metamorfosis. Se ve a la bruja caracterizada esta vez con el rostro de la actriz Helen Mirren. Circunspecta y algo siniestra, viste con un traje negro como de duelo, con velo y peineta (a la guisa de la madrastra de Blancanieves de Pablo Berger, interpretada por Maribel Verdú). La bruja-Mirren, susurrando, invita a alguien a la "fiesta de su menopausia" (sic).

Pd: La historia aparece en el sueño como un cortometraje de M. Night Shyamalan. También visiono otro, donde aparece Bruce Willis y otros actores en busca de una enigmática maleta.

domingo, 18 de noviembre de 2012

Nieve, arena y flores (mediados noviembre 2012)

Estamos en Ordal, el pueblo de mis abuelos maternos. Disfrutamos de una mañana hermosa y soleada entre las flores. De repente, empieza a llegar todo tipo de gente, como si se hubiera convocado una enorme fiesta social. Veo a amigos, amigos de la familia, parientes cercanos y lejanos... Nos van saludando conforme llegan. Se van formando grupos. En uno de ellos, mi hermana Alícia encabeza una coreografía juvenil al son de cierta música. El gentío lo inunda todo.

En el jardín se ha formado una imagen insólita. Buena parte del suelo está completamente cubierto de nieve, a pesar de la suavidad de las temperaturas. Alrededor de la nieve hay una extensión de arena blanca. Me fascina la extraña convivencia de ambas materias. Sin camiseta, prácticamente en bañador, me lanzo a la nieve para jugar con ella y mezclarla con la arena. Voy rascando el suelo, palpando las texturas. Cojo un pedazo de nieve y me lo llevo a un sitio seco, donde fabrico un lago o glaciar minúsculo. Anda por allí mi tío David L., con quien comento lo extraño y excepcional de esta nevada primaveral.

En el mismo sueño, previamente, he viajado a Roma con Laura y más personas, creo que de mi familia. Es el último día y no tenemos el trayecto de vuelta hasta las 2 de la madrugada, así que planificamos una larga ruta. Nos interesamos por visitar un monumento que todavía no habíamos visto en nuestras varias visitas a la ciudad. El monumento consiste en una especie de escultura de un guerrero o un gladiador, tensando su cuerpo en diagonal. La figura está sobre un gran montículo de piedra blanca formado por montículos y escalones. Visualizo todo el monumento antes de llegar físicamente a él, a través de un enérgico e imaginario travelling alrededor de la escultura.

lunes, 12 de noviembre de 2012

Vomito una serpiente (mediados noviembre 2012)

Mi madre me advierte de que me he tragado una serpiente. Sobresaltado, me palpo el vientre y noto, en efecto, una desagradable situación de hinchazón. Me provoco arcadas para vomitar. Noto con gran realismo la sensación fisiológica, el esfuerzo por expulsar al ser extraño. Veo cómo va saliendo la serpiente, asomando ya su pequeña cabeza entre mis fauces. Finalmente sale afuera y huye agitando su cola. La observo. Es una serpiente pequeña, amarilla y azulada. Se asemeja a un renacuajo grande y no parece muy siniestra. Aliviado, dejo a la serpiente vagando por la casa de mis padres. Al día siguiente me pregunto si aún seguirá allí, pero no la encuentro.

lunes, 5 de noviembre de 2012

Mi abuelo se convierte en un hombre-mazapán (principios noviembre 2012)

Llaman al timbre. Es Carmen M., una señora mayor, amiga de la familia. Llega con unas bandejas de mantecados y otras pastas para mis padres. Ellos no están, así que me ocupo yo. Entonces, sin que se sepa exactamente cómo ni por qué, aparece mi abuelo paterno convertido en un hombre-mazapán: toda su piel es de un material ocre y comestible. Carmen me anima a ir cortándole trozos para comer, e incluso lo hace ante mí. Mi abuelo ve cómo le van sacando tajos en el brazo con un pequeño cuchillo, y no parece importarle; sonríe distendidamente. Nunca me atrevo a hacer corte alguno sobre su piel, me produce miedo y grima, temo dañarle.

Saco un delfín del mar (principios noviembre 2012)

Estoy asomado a una ventana, desde donde veo el mar, casi al alcance de mis manos. Observo atentamente las aguas: están plagadas de medusas, cuyas formas rosáceas y sinuosas se adivinan bajo la superficie. Aparece entonces un buzo, deslizándose por allí y seguramente ignorando el peligro de recibir una picada. Más tarde descubro un pequeño delfín. Tras asegurarme de que no se trata de un tiburón, lo cojo yo mismo con las manos y se lo enseño a alguien que tengo a mi lado; es de pequeñas dimensiones, apenas mide un metro o 90 centímetros. Al sacarlo del agua, dentro de casa, el delfín segrega una extraña sustancia verdosa y espesa. Primero me asquea y temo que sea tóxica o antihigiénica, pero después me agrada pensar que la extraña bilis perfumará mi casa con un olor a mar.