sábado, 7 de febrero de 2015

En Marruecos: mujeres liberadas, descubrimiento de un pantocrátor y manifestación independentista

Voy a Marruecos a visitar a mi amigo Agus, que por cuestiones de trabajo está viviendo allí una temporada. Estamos en un pueblo o ciudad pequeña muy ajetreada, con tráfico de motos y bicicletas y plazas concurridas. En una de estas plazas, rodeado de un pequeño muro o tapia de apenas medio metro de altura, escribimos nombres de mujer en lápiz, sobre la piedra. Unos hombres ataviados con velos en la cabeza nos preguntan qué significa, y respondemos que los nombres corresponden a mujeres que van a ser liberadas. Asienten enérgicamente y siguen su camino.

Llego al edificio donde vive Agus, una especie de albergue religioso con estancias decoradas a veces com un museo o centro cultural. Me sorprende una reproducción del pantocrátor medieval de Taüll.  Agus, fascinado, me pregunta porla pintura, conociendo mi afición por el arte románico, pero le explico que la reproducción es muy imperfecta, ya que muestra llamativas franjas de color pero apenas deja ver los rostros.

Me instalo justo a los pies del pantocrátor, desplegando una manta para acostarme allí mismo durante la noche. Unos hombres del lugar me miran desde lejos, entre curiosos e inquisitivos. Por un momento temo, en el sueño, ser víctima de algún ataque fundamentalista, por mi cercanía a símbolos cristianos.

Más tarde me entero que se ha convocado una manifestación ciudadana en el pueblo. Al parecer, es a favor de la independencia de Catalunya (!) aunque a la vez se trata de una amplia reivindicación democrática, en la línea de las primaveras árabes. Salgo entusiasmado del edificio. En el jardín que rodea la finca, parecido al de la casa de mis abuelos maternos, están mis amigos de la universidad Agus, Jesús y Judith, analizando sesudamente los acontecimientos políticos con la ayuda de documentos. Les saludo y les hago saber que no voy a encerrarme con la teoría, sino que saldré a la calle. Una vez en la manifestación compruebo que no sólo hay gentes del lugar, sino también turistas y otros ciudadanos occidentales, muchos catalanes, que se han querido sumar a la movilización.

Durante las últimas semanas y meses tengo sueños recurrentes ambientados en Marruecos, donde aflora el recuerdo de mi viaje a Marrakech y su medina populosa, con luz intensa, caos y estallido de colores y olores.