jueves, 19 de junio de 2014

Película de Woody Allen, me echan de la butaca y compro hielo (mediados junio 2014)

Estamos en el cine viendo la última película de Woody Allen. Acudo con pocas esperanzas, ya que sus últimos filmes por lo general me han decepcionado. Al principio aparece Shakira, con el vientre al aire y en una pose insinuante. La película luce un estilo muy cuidado y comercial, como de spot publicitario; pienso que apenas se ve la mano del director. Más tarde aparece Sean Penn a caballo. La cámara gira en varias ocasiones y haciendo piruetas y panorámicas.

En otro momento de la película se ve una monja mayor, con aspecto de madre superiora, indicándole a Shakira que debe ir "a Vich" (a Vic, pero pronunciado con ch final) y se ven señalizaciones con otros topónimos catalanes mal escritos. A continuación vemos una pequeña oficina de extranjería o aduana, muy ajetreada. Veo a R.D., un crítico de cine con quien he trabajado en la radio, interpretando a un personaje y luciendo barba y bigote blanco. Pese a sus modos algo desaliñados en la vida real, me sorprende su aplomo como actor, lo que me lleva a pensar en la doble cara o capacidad de transformarse de muchos intérpretes.

La proyección de la película es técnicamente horrorosa. La sala, muy ancha y mal diseñada, mantiene las luces encendidas. Además, la película no se proyecta sobre una pantalla grande al uso, sino que han colocado un televisor pequeño al estilo de los hospitales o los hoteles, con un brazo pegado a la pared. La pantalla se va moviendo robóticamente y en algún momento queda pegada al suelo.Todo parece una especie de provocación para molestar al público. Para más inri, el volumen está bajísimo y hay niños pequeños que entran y salen constantemente, dando voces y haciendo caso omiso de la película.

Hago ver mi indignación, con gestos airados hacia el personal de la sala. Laura se enoja por mi actitud y me echa de la butaca. Me siento al lado de Sara, pero ella también acaba hartándose de mí y también me expulsa. Acabo sentado en el suelo.

Al terminar la película vamos a una especie de tienda-videoclub. Doy varias vueltas, aún nervioso por la situación vivida, sin saber qué artículo coger. Cuando me doy cuenta que todos se han ido compro una bolsa de hielo y me voy.

lunes, 16 de junio de 2014

Comida y meadero en la misma mesa (junio 2014)

Peculiar sueño. Hacen reformas en la redacción donde trabajo. Descendemos del segundo al primer piso y nos llaman la atención para que no elevemos la voz. Todo parece más grande y acondicionado, con mucha madera. Al llegar a la sala donde solemos comer los compañeros, descubro para mi sorpresa que han instalado meaderos justo debajo de cada silla, de modo que, inmediatamente después de comer, uno puede orinar sin apenas levantarse, sobre unos platos de ducha. 

Me avergüenza tener que orinar de ese modo, rodeado de gente, así que espero a que todos se vayan y, una vez solo, me tumbo en la silla y me deslizo hacia abajo para hacer mis necesidades. Como los platos-váteres son muy pequeños y planos, la orina se escapa y salpico hacia adelante. Pasa por allí la encargada del servicio, Fina B., y me llama la atención por lo sucedido, con fría corrección. Limpio el suelo con papel higiénico.

Niño-gato con un ratón en la boca (junio 2014)

Veo a un niño-gato merodeando bajo una roulotte. Se trata de una pequeña criatura, de torso algo alargado. Acuden unas niñas y me dan a entender que se trata de un bebé disfrazado. Me fijo en el niño-gato y me doy cuenta que lleva un pequeño ratón entre los dientes, con la cabecita sobresaliendo; sin embargo no parece nada feroz, más bien un juego. Más tarde le veo cerca de un pajarillo, y temo que le ataque, aunque la escena me atrae con encendida curiosidad.

Me asusta un perro y llego a un piso equivocado (junio 2014)

Bajo por una escalera de vecinos. Está oscuro, parece de noche. En un rellano veo un perro de aspecto algo amenazante. Me asusta y cambio de recorrido, tomando otra escalera (hay más de una), de manera que llego por error a otro piso que no es el mío. Enseguida me doy cuenta, cuando veo a una anciana desconocida durmiendo en un sofá. Me apresuro para coger algunos objetos personales y me marcho rápidamente, temiendo que me descubren y se líe un gran alboroto.