lunes, 22 de agosto de 2011

Paisaje tras un incendio: veo pequeños elefantes muertos y manos humanas, y me hundo con un movimiento de tierras (21-22 agosto 2011)


1 Sueño muy peculiar por sus imágenes. Estoy en una zona montañosa, parecida a Ordal, el pueblo de mis abuelos, donde se acaba de producir un grave incendio forestal. Mientras la gente celebra una victoria del Barça (la Supercopa frente al Madrid, partido de vuelta que comento distendidamente con un señor de la calle), decido apartarme del gentío para introducirme secretamente en la zona del incendio, ya extinguido. Voy bajando por pequeños caminos escarpados, muy terrosos y parecidos a trincheras, cuando de repente pierdo el control y, como si se tratara de arenas movedizas, el terreno me absorbe y me desplaza unos metros más allá. Alzo la mirada y veo entonces imágenes que me sobresaltan: una multitud de pequeños animales que habían sido sorprendidos por el fuego yacen en forma de cadáveres, con la carne blanca y encogida, como despellejada, como si fuesen de cera o estuviesen en carne viva. Entre estas criaturas del bosque hay incluso pequeños elefantes -de menos tamaño que una persona-, que aparecen rodeados de tierra y con las cuatro patas en el suelo, cual víctimas de una antigua erupción volcánica. Me dan mucha lástima y espanto. A pesar de la zozobra, aprovecho para seguir explorando con curiosidad. El siguiente hallazgo es una gran mano humana, quizá dos, que emerge entre la tierra. Intento excavar con las manos para ver si se trata de un cuerpo humano, pero no lo consigo. En ese momento, como si me castigaran por mi fisgoneo indebido, se produce la más fuerte sacudida: una gran ola de tierra me acecha y me zarandea a lo largo de muchos metros, hasta que temo seriamente por mi vida y me asalta la angustia de morir allí sepultado. Finalmente consigo huir.

2 Sueño que Belén Esteban (la televisiva "princesa del pueblo") vive en casa de mis abuelos maternos. Me pregunto varias veces cómo será eso posible, si apenas la conocemos, pero lo acepto con total normalidad.

3  Seguimos en Ordal, el pueblo de mis abuelos maternos, donde mis padres y mis hermanos nos hemos ido a vivir temporalmente. Mi madre dispone de una gran habitación para ella sola, donde escribe documentos y prepara actividades, mientras mi padre se ocupa de nosotros durante las comidas y cenas, con grandes bandejas o sartenes llenas de espesos guisados de varios colores, que toman la forma de cortes de pizza. Mi padre está más tranquilo y feliz que nunca, y me entristece pensar que dejará de estarlo si nos vamos de allí.

No hay comentarios: