martes, 13 de octubre de 2015

Mi abuela posee una montaña de cobre y me fascina un jinete ciclista (11-12 octubre 2015)

1 Estamos en Ordal, el pueblo de mis abuelos maternos. En un ambiente familiar relajado y distendido, mi hermana Cristina pregunta a mi madre si mi abuela "es muy rica" o "si es tan rica como dicen". Mi madre responde con un amplio "sííí...", enfatizando su afirmación y pensando cómo argumentarlo. Nos explica que, por ejemplo, toda la montaña de Montjuïc, en Barcelona, es de su propiedad, hasta el punto de que la ha revestido enteramente de un metal reluciente, que parece zinc o cobre, tal como se nos aparece ahora. Mi abuela parece ajena a nuestros comentarios, está abstraída y olvidadiza. Tras el sueño, pienso que quizá he puesto a mi abuela en el lugar simbólico de mi bisuabuela -su madre-, de quien sí conocíamos sus orígenes burgueses y acomodados.

2 Aún en Ordal, me llaman para ir a comer pero me hago el remolón. Estoy fascinado con la imagen de cierto ciclista, uno o varios, que va repitiendo la escena de bajar una pendiente en el camino de bosque que se comunica con la puerta trasera de la finca. Este simbólico jinete a menudo va acompañado de atractivas muchachas, sentadas con él, e imagino que este hombre seductor y aéreo puedo ser yo. Finalmente salgo de mi estado absorto y subo a casa para comer. Voy a toda prisa, literalmente volando, cojo un vaso pero me doy cuenta que está hecho de un níquel rudo y puntiagudo. Además, el vaso está muy sucio, repleto de restos de comida, y es casi imposible de lavar, así que pregunto a mi abuela dónde están los vasos de cristal normales (le pido un 'vas', tal como ella lo dice en catalán, no un 'got'). Una vez en la mesa compruebo que todos ya han acabado, y mi madre me regaña severamente, ante la mirada algo distraída de mi abuelo Eudald.


Mi madre estampa el coche contra el gato de Botero (mediados octubre 2015)

Mi padre abandona el coche momentáneamente pero olvida apagar el motor y mi madre, que no sabe conducir, intenta tomar las riendas. La veo algo inconsciente, con una euforia peligrosa y despreocupada. Va llevando el coche caóticamente, dando tumbos e introduciéndose por lugares extraños, hasta que choca violentamente con la estatua broncínea del gato de Botero, el gordo felino que se yergue en la Rambla del Raval de Barcelona. Curiosamente no hay destrozos, sino que ambos objetos en colisión, coche y estatua, quedan tumbados y abollados. Mi padre acude, alarmado, para ver qué ha ocurrido, y reprende a mi madre por su conducta.

Una rata sale del lavavajillas; el Camp Nou arrasado en un planeta fantasmal (principios octubre 2015)

1 Estoy en mi casa con Laura y, de pronto, una rata sale corriendo por una ranura inferior del lavavajillas (que tenemos desde hace poco, ocupando el antiguo espacio de las basuras). La rata es grande y muy achatada, corretea nerviosa. Me sobresalto por mi gran fobia a estos animales, y voceo teatralmente, digo a Laura que no puedo controlarme. Ella parece algo más serenada e incluso intenta poner algo de humor.

2 Contemplo un planeta fantasmal, postapocalíptico, a vista de pájaro y bajo un gran manto de oscuridad cósmica. En él sólo se destaca, en medio del páramo, la diminuta imagen del Camp Nou, todavía con los brillos azulgranas de las gradas, pero totalmente arrasado, aplastado, como si hubiera recibido el impacto de una colosal bomba química. Me perturba profundamente el pensar cuántos miles de personas habrán muerto en la catástrofe, e intento recordar si algún allegado o familiar se encontraba allí. Nota: la imagen del Camp Nou derruido, en un gran plano cenital, se puede ver estos días en la promoción de la película 'Segon origen', aunque en el sueño no establezco conexión alguna con estos hechos.


Pellejo ensangrentado de perro flotando (principios octubre 2015)

Por algún motivo, soy responsable o estoy obligado a tender al sol y manipular un pellejo de perro muerto, estirado y dilatado como una alfombra. Cada día tengo que extraer y manejar un pellejo nuevo, como si trabajase en un matadero. Estoy en casa de mis padres, asomado al gran ventanal de la galería del comedor, cuando me doy cuenta que el pellejo que está bajo mi responsabilidad ha quedado flotando y ensangrentado, a la deriva, debido a una rara inundación sobre las terrazas del vecindario, convertidas en algo parecido a un canal de riego. Me alarma ser acusado de contaminar las aguas con mi sucia y sórdida actividad, mantenida hasta entonces con cierto secretismo. Pienso a toda prisa como frenarlo o evitarlo.

Estudio inglés con adolescentes, hago un estropicio quitando la mesa (finales septiembre 2015)

Varios sueños de regresión a la adolescencia.

Vuelvo a estudiar inglés en el instituto, ya que la asignatura todavía me ha quedado pendiente. Debo compartir aula con un grupo de adolescentes ruidosos y desconcentrados con los que no siento la más mínima empatía. Voy con el tiempo justo, llego tarde a todas partes. Pienso que sería de lo más útil poder escuchar al profesor con auriculares, tranquilamente.

Provoco un gran estropicio mientras quito la mesa en casa de mis padres (aún viviendo con ellos), apresurado por querer ir a cierto lugar. Temo una gran bronca de mi padre, pero finalmente se lo toma con cierta calma.

Bajando en coche por las escaleras (principios septiembre 2015)

Mi hermano mayor Ismael me lleva en coche a algún lugar adonde debo ir, por motivos de trabajo o estudios. El trayecto es caótico: para acortar tiempo, descendemos con el vehículo por una larga escalinata de caracol, en el interior de una torre. Temo que mi hermano pierda el control del coche, pero finalmente llegamos a tierra firme.

El hombre-león devorador (mediados agosto 2015)

Diviso a lo lejos una gran agitación. Intentan apresar a un hombre-león, con cuerpo de animal y rostro humano. Esta extraña criatura, con un nombre propio que empieza por Z y que no consigo recordar, ha estado devorando a pequeños animalejos y quizá a personas. La escena me perturba y me asusta.

miércoles, 15 de julio de 2015

Mi madre me clava un estilete en el pecho (principios julio 2015)

Soñado durante una siesta, en mi antigua habitación en casa de mis padres.

Mientras estoy adormecido, mi madre se acerca y se sienta junto a la cama, muy cerca de mí. La intuyo vagamente. Intento tenderle la mano, pero me lo impide la frecuente parálisis del sueño.

Ella parece preocupada por mí y quiere preguntarme por mis crisis personales y mi estado de ánimo, aprovechando ese momento íntimo.

Ante mi falta de respuestas, súbitamente, me clava un fino estilete en el pecho, en el lado contrario del corazón. Asegura que es por mi bien, que se ha visto obligada a ello. Al parecer, tiene que extrarme una pequeña parte de tejido para cerciorarse de mi estado de salud real.

Despierto enseguida, nervioso, y percibo todavía la punzada en el pecho.

martes, 16 de junio de 2015

Pregunto a los difuntos sobre el cielo y el infierno (mediados junio 2015)

Paseo por una ciudad hermosa y monumental, creo recordar que se trata de Roma, reconstruida e imaginada oníricamente. Contemplo una panorámica conocida de la urbe y decido volver al punto de partida por otro camino, distinto del que he recorrido de ordinario. Gracias a este camino nuevo se producen encuentros asombrosos, como el Papa emérito Benedicto, con quien cambio unas palabras, y sobre todo Carmen G., amiga de la familia fallecida en la vida real desde hace unos meses, a quien tenía mucho cariño. Aparece algo cabizbaja, como medio dormida o aletargada, pero serena. Impresionado, le pregunto si existe el cielo, y me responde brevemente que sí, con una tímida sonrisa, y también sobre el infierno, a lo que también asiente, pero, ante mis inquietudes, aclara que sólo es un sitio de paso.

El Rey de España es mi abuelo (mediados junio 2015)

Voy por la calle con mi abuelo paterno y también con el rey emérito de España, Juan Carlos de Borbón. El rey es mi otro abuelo, cosa que doy por hecho con la mayor naturalidad. Incluso comento a mi hermana Cristina que se le parece cuando sonríe. He tenido ya otros sueños en los que soy pariente de la familia real.

lunes, 8 de junio de 2015

"¿Quién es Dios?", "Mi predilecto" (7-8 junio 2015)

Extraño sueño durante una mañana, poco antes de despertar.

Viajo con mis amigos y visitamos Barcelona, como si se tratara de algún lugar lejano o desconocido. Nos hospedamos en un raro hotel de finales del siglo XIX, de estilo burgués y modernista pero desconchado, avejentado y algo laberíntico. Su ascensor es extremadamente claustrofóbico, con una cabina antigua, con dos puertas, en las que apenas cabe una persona, totalmente comprimida.

De modo que decido subir por la escalera, agobiado y angustiado por aquel ascensor. Llego a uno de los pisos más altos y cuál es mi sorpresa cuando llego a una amplia explanada con colinas y bastante gente merodeando por los caminos, como si fuera un paraje de interés turístico.

En lo alto de una de las colinas se alza un hermoso castillo-iglesia con una gran torre maciza, de planta cuadrada y con almenas, presidiendo la fachada, parecida a la de la Alhambra, o la torre del homenaje de algún castillo medieval. Me intriga sobremanera aquel lugar perdido en la sierra de Collserola que desconocía por completo. (En otros sueños recientes también aparecen lugares montañosos de Barcelona que jamás había visto, también con vestigios monumentales).

Llego a la puerta de la iglesia y descubro que allí se rinde culto a una rara secta cristiana, cuyos fieles parecen gentes desequilibradas, con problemas mentales y a veces incluso algo amenazantes. En la portalada hay un muchacho de unos dieciocho o veinte años apuntando constantemente al interior de la iglesia con una especie de proyectil de dardos o balines, como si se propusiera impedir la entrada de cualquier extraño.

Intento conversar con ellos. Interpelo a una chica, de rostro un poco desencajado pero expresión dicharachera, sobre lo que hacen allí. Me responden que oran a Dios. Le pregunto entonces:

- ¿Y quien es Dios?

A lo que ella responde brevemente:

- Mi predilecto. *


ACERCA DE ESTE SUEÑO

Por: Doctor Kieslowsky 

* La expresión final recuerda al pasaje del bautismo de Cristo en los Evangelios, en el que se abren los cielos y la voz del Padre clama: "Este es mi Hijo, mi Predilecto. Escuchadlo".

martes, 2 de junio de 2015

Otra vez mi habitación abierta de par en par a la calle (mediados mayo 2015)

De nuevo, como hace unos días, y otra vez coincidiendo con una noche de descanso fragmentado, sueño que mi habitación está casi abierta de par en par a la calle, con grandes ventanales abiertos a mi alrededor donde se puede ver el gentío transitando por las calles, casi rozándome. Me inquieta verme tan desprotegido, o pensar que alguien pueda venir a atacarme, pero a la vez estoy como en una burbuja, ajeno a todo, dormido y a la vez conectado con la vigilia.

Perdido en el avión inmenso, sin mi familia (mediados mayo 2015)

Viajo con mis padres y hermanos a cierto país extranjero, de vacaciones. Sin embargo, apenas les veo durante el viaje. Estamos aislados, separados, no encontramos el momento de vernos y compartir ese viaje. Me siento indeciblemente egoísta y desazonado; no gozo en absoluto de las vacaciones. Pasan unos días y llega el momento de volver a casa. Todavía sin haber encontrado a mi familia, subo a un gigantesco y amplísimo avión, casi como una estación ferroviaria, grande y ajetreada, y no consigo nunca saber dónde están.

Mi abuela revive pero su mano se deshace (mediados mayo 2015)

Veo a un grupo de mujeres mayores. Entre ellas está la actriz Mercè Sampietro, con quien entablo una breve conversación, interesándome por su vida. Enseguida me doy cuenta que también está mi abuela Cari, que falleció en la vida real hace cinco años. Doy por descontado que ha vuelto a revivir, desde hace un tiempo -especulación que se repite en muchos sueños- y le pregunto cómo se siente, si recuerda como fue su paso de la muerte a la segunda vida. Responde con cierta apatía y una ligera sonrisa de indiferencia. Me cuenta, sin dramatismo, que los últimos días ha visto como se le deshacían o se le descoyuntaban algunas partes del cuerpo, como las manos, que se convertían repentinamente en amasijos de huesos con la carne aplastada o deshecha. Visualizo la imagen y me horroriza, me provoca repulsión y abatimiento; parece confirmarse que su vida no es más que un hilo precario, que está frágilmente entre la vida y la muerte o inútilmente resucitada.

sábado, 16 de mayo de 2015

Mi cuerpo con serpientes enroscadas, durmiendo en una habitación transparente, llorando por mi abuela (mediados mayo 2015)

Sueño extraño y agitado, quizá por haber tomado alcohol. Sueño que estoy durmiendo temporalmente en casa de mis padres. Me han asignado una curiosa habitación de la parte trasera de la casa, que según cómo se mira, casi está abierta de par en par a la calle. 

Veo a la gente como viene y va por una calle ajetreada que parece la Rambla de Barcelona, y temo que ellos puedan acceder a mi intimidad, pero ellos apenas me ven. Desde el cuarto también puedo ver las otras zonas de la casa, a mis pies, como si las paredes fueran transparente o se viera todo a través de extrañas y mágicas rendijas. Veo a mi padre y el resto de mi familia preparando una gran mesa para la hora de la comida. No estoy en mi casa de emancipado, me siento desubicado y frágil.

Una somnolencia profunda y a la vez turbulenta me retiene a la cama. Me siento culpable porque mi familia me está esperando, y deben de estar hablando de mí con severidad.

Cuando consigo levantarme, he aquí que mi cuerpo está casi totalmente recubierto de unos extraños cordeles de plástico, como trozos de cable o de tuberías. Me los voy arrancando uno a uno hasta que veo como se mueven en el suelo y descubro, con horror, que se trata de serpientes que tenía enroscadas por toda mi anatomía. Siento un escalofrío, intento olvidarlo cuanto antes.

Al llegar al comedor con mi familia, paso por un rincón de la mesa y puedo oír claramente la voz y percibir la presencia de mi abuela Cari, que en la vida real falleció hace casi cinco años. Entonces rompo a llorar espontáneamente, desahogándome de la tristeza que tenía acumulada. Me preguntan qué me ocurre y se lo explico; parecen no comprenderme. Me siento inexplicablemente abatido, fatigado y melancólico; todo en mi interior es llanto.

Duermo con un dedo embutido en plástico (mayo 2015)

Soñado en una noche con agitaciones y parálisis. Sueño que Laura viene a la habitación para despertarme y descubre que mi dedo pulgar está embutido, presionado, por una especie de cubrimiento de plástico que debe ir retirando pacientemente. Me siento algo confundido y despistado, no sé como he podido dormirme así.

La ladrona de coca-colas (mediados mayo 2015)

Estoy con mi amigo Jesús tomando unas coca-colas en una zona de terrazas junto a una piscina. De repente llega una joven muy rara, con la cara ligeramente deforme (estirada hacia los lados como un melón) y se lleva nuestros vasos y latas a medias. Me levanto airado, le hago un gesto disuasorio pero no se inmuta. Así que me dirijo hacia otra mesa, donde están los padres de la joven, dispuesto a pedirles explicaciones. La madre me frena arguyendo que su hija tiene problema mentales e incluso dice, resignadamente, que es una "freaky". "Eso tampoco", respondo yo. Me vuelvo y veo a la joven amenazando e intimidando a Jesús, hasta que éste incluso empieza a sollozar de miedo como un niño pequeño. Me siento algo culpable por haberlo dejado solo ante el peligro.

sábado, 18 de abril de 2015

Mar y animales en mi calle; bebé en una caja de cerillas; trepo por la Sagrada Família (enero 2015)

Noche de viernes y mañana de sábado de las que recuerdo muchos sueños.

1 El mar en mi calle. Voy en coche con Laura. Subimos por la calle de mis padres, ligeramente empinada, y al llegar al final empiezan las sorpresas. Un rebaño de vacas, ovejas y asnos se cruza en nuestro camino. Al parecer, existe allí una especie de granja, cosa que desconocía. La dueña es una vecina mayor cuya cara, de aspecto severo, me resulta familiar (quizá era la abuela de algún compañero de escuela). 

Pero la verdadera sorpresa llega justo después. Al terminar la calle, donde en la vida real empieza el parque urbano de la Muntanyeta, en el sueño se extiende lo que parece un breve camino hacia la playa. Parece que hubieran hecho obras y desbrozado caminos para que mi calle quede tan increíblemente cerca del mar, lo cual me regocija, y así lo comento en voz alta.

Al bajar del coche me doy cuenta que quizá se trata de un efecto óptico y en realidad se trata del río Llobregat, cuyas aguas plateadas refulgen a lo lejos, teniendo que pasar antes por una más breve riera que discurre en paralelo, como si andáramos entre una ciudad de canales. Nos adentramos por el camino que lleva hasta el supuesto horizonte marítimo, con arena al fondo. Además de Laura, está nuestra amiga Sara y de repente llega también Andrés, que se adelanta para hablar conmigo. 

Atardece y la luz del sol crea imágenes muy hermosas, con reflejos, siluetas perfectas y sombras que parecen cuadros. Entonces siento no haber cogido la cámara fotográfica, que está en el coche. Pido las llaves a Laura y regreso a por ella. Sin embargo, al llegar no identifico el coche (hay muchos vehículos azules que se parecen). Y, sin saber cómo, me meto en una especie de hotel-restaurante, con sucesivas estancias, de las que no consigo salir. Me da mucha rabia no poder volver al hermoso lugar que quería fotografiar.

2 Otra vez un bebé se deshace. Cuido de un diminuto bebé de la familia, que me recuerda a mi sobrina Maria. Para resguardarlo, debemos guardarlo en una cajetilla, como de cerillas. La llevo de un sitio para otro, y la voy sacando para cogerla en brazos. Pero una de las veces, al sacarla, descubro horrorizado que ha quedado como consumida o desmigajada. En otras ocasiones podía volver a recomponerse, pero ahora no. Me siento tremendamente culpable, temo tener que decírselo a mi familia. Sueño muy recurrente en los últimos meses.

3 Trepando por la Sagrada Família, arranco sus pináculos. Veo la Sagrada Família de Gaudí terminada. En el sueño tiene un aspecto que no coincide con la realidad: es una especie de templo neogótico y algo convencional comparado con la fantasía del arquitecto, que por alguna razón no consigo recrear. Lo intento de nuevo, vuelvo a cruzar la calle y se me aparece otra versión de la Sagrada Família, que tampoco es la correcta pero se asemeja un poco más, con las torres más definidamente cónicas y apuntadas. Entonces empiezo a trepar por los muros cual Spiderman. Al llegar a lo alto, me encaramo también a las torres, llenas de grúas, redes y aparejos de obras, y consigo tomar en mis manos uno de los famosos pináculos en forma de flor de cerámica. Puedo arrancarlo fácilmente, como si estuviera flojamente colocado, y lo lanzo hacia abajo para que alguien lo coja.

4 Dibujos brillantes de mi infancia. Muestro unos antiguos dibujos a mis amigos y compañeros. Se trata de dibujos que hice de niño para ilustrar mis trabajos o apuntes escolares. Todos, yo incluído, se sorprenden de la fantasía y el nivel de detalle de estas creaciones, donde se ven paisajes de montañas, mares y otras evocaciones de figuras y escenas celestiales. Muchos están pintados vivamente, con ceras o témperas. Me entristece haber perdido el empuje y la ilusión para hacer estos dibujos ingenuos y llenos de brillo.

Triste en Pascua (mediados abril 2015)

Hacemos una segunda celebración de Pascua en una iglesia a la que apenas solemos ir. Maria F. intenta convencerme para que participe activamente y me ofrece cantar unos "Cantos hispanos" que asocio vagamente a San Juan de la Cruz, al Romancero medieval y al arte mudéjar, una evocación que remueve en mí fibras íntimas. A pesar de ello, rechazo la invitación y decido pasar desapercibido, sentándome en uno de los asientos de atrás. Me siento invenciblemente triste, melancólico y derrotado.

Vídeo más allá de la muerte (mediados abril 2015)

Veo a nuestra amiga Merche, difunta en la vida real desde 1998, y siento un alegre sobresalto. Parece juvenil y sonriente, imperturbable; apenas reacciona al verme. Está sentada. La grabo en vídeo y creo tener así la garantía de poder demostrar mi visión a los demás tras el sueño. Estoy plenamente convencido, feliz con el hallazgo. Me fastidia despertar y comprobar que todo era una ilusión onírica.

Asientos estrechos en 'Sonrisas y lágrimas' (mediados abril 2015)

Durante un tiempo comparto piso con un compañero de trabajo, que me recuerda vagamente a Marc L., con quien trabajé en varias ocasiones. Una tarde decidimos ir al musical teatral de 'Sonrisas y lágrimas'. Llegamos al teatro y parece que la función ha comenzado, o una especie de prolegómenos, donde se ve a los actores cogidos por los hombros y danzando al son de alguna de las famosas canciones de la película. Están muy cerca, casi rozándose con el público, de espaldas a él. Cuál es mi sorpresa cuando veo que los asientos son extremadamente estrechos, divididos irregularmente, unos un poco más anchos que otros pero todos de dimensión mínima, con altos respaldos que recuerdan las fachadas de las pequeñas casas marineras desconchadas.

En el barco con mi abuela, un mar de dudas (mediados abril 2015)

Es de noche. Paso por un muelle y veo un gran barco a punto de zalpar. Está mi madre, preparada para viajar. Al parecer, el barco-hotel, muy largo y bajo, de entrada muy asequible, va a travesar unos cuantos países durante al menos un mes. Pienso que quizá yo debía ir en ese barco y me he olvidado. Alguien intenta convencerme pero angustia pasar tantos días fuera y no saber qué hacer cuando esté aburrido o aislado. Veo a mi abuela Cari, fallecida en la vida real, e intento que también suba al barco. No sé si era así o era ella quien trataba de convencerme a mí. El caso es que me quedo en tierra, pero lleno de dudas.

lunes, 30 de marzo de 2015

La luna hiperaumentada; los continentes reflejados en el cielo (finales marzo 2015)

Varios sueños estos días con imágenes misteriosas o apocalípticas del firmamento. En uno de ellos se va la luna exageradamente aumentada en el cielo. No se ve entera, como si no cupiera, sólo uno de sus fragmentos, con los cráteres y rugosidades perfectamente detallados. Señalo a los demás esta singularidad.

En otro sueño, estamos situados en un futuro lejano, con androides conduciendo una especie de patines motorizados en medio de una ciudad con rascacielos, agobiantemente recargada. En el cielo se ve una imagen asombrosa: los continentes de la Tierra, reflejados en el cielo, como si emitieran un reflejo o luminosidad gigantesca (en cambio, el mar queda diluido o confundido con el mismo cielo).

domingo, 15 de marzo de 2015

Los peces que comen olivas y producen "morea" (finales enero 2015)

Estamos en el interior de un edificio, junto a la playa. En una esquina del techo se trasluce una especie de acuario, como si la casa estuviera rodeada de agua. Vemos unos peces inquietantes que se alimentan de olivas. Mònica, compañera del trabajo, lo observa con preocupación y nos dice sólo que la "morea" persiste, como si fuera una especie de epidemia o enfermedad de la naturaleza. No nos quiere contar más detalles.

Somos hijos plebeyos de los Reyes (finales enero 2015)

Mi hermana Anna y yo somos, en el sueño, hijos de los reyes de España, Felipe y Letizia. Pero somos una especie de hijos plebeyos y nos obligan a actuar como criados. Mientras los soberanos comen en un lujoso salón, debemos ir subiendo y bajando escaleras para servirles y no nos permiten comer con ellos. Me rebelo ante la humillación e intento que mi hermana se una conmigo para plantar cara a los cortesanos que nos hacen cumplir este papel.

Pueblos rojos de España (mediados marzo 2015)

Viajo en una especie de tren rápido o autobús, medio dormido, a lo largo de distintos pueblos de España. Al despertar miro por la ventanilla, ya anocheciendo, y veo una hermosa aldea de casas construídas con una piedra completamente roja. Creo recordar los famosos "pueblos rojos" (?) ubicados imaginariamente en algún lugar entre Almería y Alicante. Pienso en tomar nota de todos los lugares que veo para contárselo a la gente y visitarlos con más calma en otra ocasión.

domingo, 1 de marzo de 2015

Saco arena de la cama (principios marzo 2015)

1 Alguien está empeñado en hacer una representación teatral del relato de 'La Sirenita' del modo más veraz posible: bajo el agua y a mar abierto. A este propósito se dedican ciertas mujeres insistentes e idealistas, y la gente lo ve como una quimera. Desde un cuadro colgado de la pared, la efigie de un hombre cobra vida y empieza a moverse y gesticular exageradamente, con ojos saltones y boca abierta, para mostrar la hilaridad que le provoca la idea.

Empiezo a ser consciente de que estoy soñando, pero al mismo tiempo creo -o quiero creer- en la realidad de aquello que estoy soñando; me veo capaz de apresarlo, capturarlo. De modo que empiezo a escarbar en mi propia cama hasta que el tacto del colchón se transforma en la textura inconfundible de la arena de la playa. Voy horadando y horadando con la mano hasta que saco todo lo que puedo; objetos y símbolos que pueden dar testimonio de lo que estoy soñando una vez despierte. Voy sacando pequeños abalorios, como anillos coloridos de plástico, piedrecillas vistosas o gomas del pelo, y lo lanzo todo fuera de la cama para que pueda verlo al despertar. Me obsesiona que los demás puedan ver los vestigios de mi mundo onírico, como si fueran pequeños tesoros u obras de arte, y para que también ellos se sientan maravillados.

ACERCA DE ESTE SUEÑO

Por: Doctor Kieslowsky 

Esta imagen de escarbar en la cama para extraer materiales oníricos usted ya la manifestó en un sueño de 2012. (Leerlo aquí). En aquella ocasión lo experimentéó en los primeros minutos del sueño; esta vez en los últimos. En ambos casos la visión de la cama nos indica un momento de transición sueño-vigilia y un intento de capturar lo soñado en la vida real, o de integrar la vida real en el sueño.

2 Asisto como periodista a una peculiar rueda de prensa en medio del mar. Los reporteros están en el agua, nadando o con flotadores, mientras el conseller de Territori de la Generalitat, Santi Vila, ofrece sus explicaciones desde una especie de carpa transparente flotante.  Alguien se queja de la situación y pide jocosamente que al menos nos acerquemos a la orilla para tomar el sol (la playa puede verse fácilmente, a unos cien o doscientos metros.

3 Recorro una hermosa ruta a lo largo de un río repleto de aves y vegetación. En los márgenes nos esperan antiguos y venerables templos y ermitas. Se trata de algo similar al camino de Santiago. Tomo muchísimas fotografías aprovechando los encuadres que me brinda la arquitectura junto al paisaje, de tonalidades verdes, blancas y plateadas, preciosamente iluminadas. Tengo la confianza de que estas fotos permanecerán una vez despierte.

sábado, 7 de febrero de 2015

En Marruecos: mujeres liberadas, descubrimiento de un pantocrátor y manifestación independentista

Voy a Marruecos a visitar a mi amigo Agus, que por cuestiones de trabajo está viviendo allí una temporada. Estamos en un pueblo o ciudad pequeña muy ajetreada, con tráfico de motos y bicicletas y plazas concurridas. En una de estas plazas, rodeado de un pequeño muro o tapia de apenas medio metro de altura, escribimos nombres de mujer en lápiz, sobre la piedra. Unos hombres ataviados con velos en la cabeza nos preguntan qué significa, y respondemos que los nombres corresponden a mujeres que van a ser liberadas. Asienten enérgicamente y siguen su camino.

Llego al edificio donde vive Agus, una especie de albergue religioso con estancias decoradas a veces com un museo o centro cultural. Me sorprende una reproducción del pantocrátor medieval de Taüll.  Agus, fascinado, me pregunta porla pintura, conociendo mi afición por el arte románico, pero le explico que la reproducción es muy imperfecta, ya que muestra llamativas franjas de color pero apenas deja ver los rostros.

Me instalo justo a los pies del pantocrátor, desplegando una manta para acostarme allí mismo durante la noche. Unos hombres del lugar me miran desde lejos, entre curiosos e inquisitivos. Por un momento temo, en el sueño, ser víctima de algún ataque fundamentalista, por mi cercanía a símbolos cristianos.

Más tarde me entero que se ha convocado una manifestación ciudadana en el pueblo. Al parecer, es a favor de la independencia de Catalunya (!) aunque a la vez se trata de una amplia reivindicación democrática, en la línea de las primaveras árabes. Salgo entusiasmado del edificio. En el jardín que rodea la finca, parecido al de la casa de mis abuelos maternos, están mis amigos de la universidad Agus, Jesús y Judith, analizando sesudamente los acontecimientos políticos con la ayuda de documentos. Les saludo y les hago saber que no voy a encerrarme con la teoría, sino que saldré a la calle. Una vez en la manifestación compruebo que no sólo hay gentes del lugar, sino también turistas y otros ciudadanos occidentales, muchos catalanes, que se han querido sumar a la movilización.

Durante las últimas semanas y meses tengo sueños recurrentes ambientados en Marruecos, donde aflora el recuerdo de mi viaje a Marrakech y su medina populosa, con luz intensa, caos y estallido de colores y olores.

sábado, 24 de enero de 2015

Cruzamos un río para llegar a una aldea, matamos a nuestro camello y proyectamos sombras sobre los transeúntes (finales diciembre 2015)

Viajo con mis amigos a lo largo de diferentes pueblos. Vamos sin apenas dinero, improvisando nuestra ruta. Llegamos a una pintoresca aldea, que puede divisarse de lejos, encaramada en la falda de un monte o acantilado rocoso. Para llegar al pueblo tenemos que cruzar una amplia llanura atravesada por un río y humedales por doquier, fangosos y llenos de pequeñas piedras. La primera vez sorteamos los obstáculos sin problemas, deseosos de llegar. Pero al abandonar la aldea y tener que regresar, ya de noche, recuerdo la travesía que nos espera y me abruma. Voy casi descalzo, esta vez sólo junto a una persona, y debemos mojarnos, esquivando piedras y profundidades. Mientras oscurece, vemos una gran animación en el pueblo, con luces, fogatas y gente en plena celebración.

En una de nuestras excursiones vamos acompañados de una especie de mula o camello, que al parecer lleva nuestros equipajes (tal es nuestra situación precaria, como nómadas). Entonces nos las ingeniamos para lograr un hospedaje y, al igual que José y María, acudimos a una especie de cuadra o establo. Se trata de un edificio con estancias preparadas para animales enfermos o heridos. Decimos que nuestra mula-camello necesita reposo y pagamos lo correspondiente por una habitación. Una vez allí, administramos la inyección que nos han dado para el animal, pero en tales cantidades que logremos matarlo y quedarnos nosotros con el cuarto. Llega una enfermera, temo que nos descubra. Poco después, todos los amigos nos reunimos ya cómodamente para ver la televisión en nuestro hotel improvisado.

La habitación del hotel-cuadra, como he podido comprobar desde fuera, está situada en un piso altísimo y escorado, desde donde pueden verse las plazas del pueblo. Aunque es casi de noche, con un juego de cortinas puedo proyectar sombras sobre los transeúntes, sobras de todo tipo y forma para distraerlos, atemorizarlos o confundirlos. A veces son sombras largas y persecutorias, otras veces sombras pequeñas como motas, estrellas o chiribitas. Me gusta esta sensación de poder desde lo alto, aunque nadie en la calle parece inmutarse demasiado.

Ver relato basado en este sueño:
http://inarell.blogspot.com.es/2015/01/sense-maria.html

sábado, 17 de enero de 2015

Mar y animales en mi calle; pierdo un bebé en una cajetilla; escalo la Sagrada Família; dibujos brillantes de mi infancia

Noche de viernes y mañana de sábado de las que recuerdo muchos sueños.

1 El mar en mi calle. Voy en coche con Laura. Subimos por la calle de mis padres, ligeramente empinada, y al llegar al final empiezan las sorpresas. Un rebaño de vacas, ovejas y asnos se cruza en nuestro camino. Al parecer, existe allí una especie de granja, cosa que desconocía. La dueña es una vecina mayor cuya cara, de aspecto severo, me resulta familiar (quizá era la abuela de algún compañero de escuela). 

Pero la verdadera sorpresa llega justo después. Al terminar la calle, donde en la vida real empieza el parque urbano de la Muntanyeta, en el sueño se extiende lo que parece un breve camino hacia la playa. Parece que hubieran hecho obras y desbrozado caminos para que mi calle quede tan increíblemente cerca del mar, lo cual me regocija, y así lo comento en voz alta.

Al bajar del coche me doy cuenta que quizá se trata de un efecto óptico y en realidad se trata del río Llobregat, cuyas aguas plateadas refulgen a lo lejos, teniendo que pasar antes por una más breve riera que discurre en paralelo, como si andáramos entre una ciudad de canales. Nos adentramos por el camino que lleva hasta el supuesto horizonte marítimo, con arena al fondo. Además de Laura, está nuestra amiga Sara y de repente llega también Andrés, que se adelanta para hablar conmigo. 

Atardece y la luz del sol crea imágenes muy hermosas, con reflejos, siluetas perfectas y sombras que parecen cuadros. Entonces siento no haber cogido la cámara fotográfica, que está en el coche. Pido las llaves a Laura y regreso a por ella. Sin embargo, al llegar no identifico el coche (hay muchos vehículos azules que se parecen). Y, sin saber cómo, me meto en una especie de hotel-restaurante, con sucesivas estancias, de las que no consigo salir. Me da mucha rabia no poder volver al hermoso lugar que quería fotografiar.

2 Otra vez un bebé se deshace. Cuido de un diminuto bebé de la familia, que me recuerda a mi sobrina Maria. Para resguardarlo, debemos guardarlo en una cajetilla, como de cerillas. La llevo de un sitio para otro, y la voy sacando para cogerla en brazos. Pero una de las veces, al sacarla, descubro horrorizado que ha quedado como consumida o desmigajada. En otras ocasiones podía volver a recomponerse, pero ahora no. Me siento tremendamente culpable, temo tener que decírselo a mi familia. Sueño muy recurrente en los últimos meses.

3 Trepando por la Sagrada Família, arranco sus pináculos. Veo la Sagrada Família de Gaudí terminada. En el sueño tiene un aspecto que no coincide con la realidad: es una especie de templo neogótico y algo convencional comparado con la fantasía del arquitecto, que por alguna razón no consigo recrear. Lo intento de nuevo, vuelvo a cruzar la calle y se me aparece otra versión de la Sagrada Família, que tampoco es la correcta pero se asemeja un poco más, con las torres más definidamente cónicas y apuntadas. Entonces empiezo a trepar por los muros cual Spiderman. Al llegar a lo alto, me encaramo también a las torres, llenas de grúas, redes y aparejos de obras, y consigo tomar en mis manos uno de los famosos pináculos en forma de flor de cerámica. Puedo arrancarlo fácilmente, como si estuviera flojamente colocado, y lo lanzo hacia abajo para que alguien lo coja.

4 Dibujos brillantes de mi infancia. Muestro unos antiguos dibujos a mis amigos y compañeros. Se trata de dibujos que hice de niño para ilustrar mis trabajos o apuntes escolares. Todos, yo incluido, se sorprenden de la fantasía y el nivel de detalle de estas creaciones, donde se ven paisajes de montañas, mares y otras evocaciones de figuras y escenas celestiales. Muchos están pintados vivamente, con ceras o témperas. Me entristece haber perdido el empuje y la ilusión para hacer estos dibujos ingenuos y llenos de brillo.

miércoles, 14 de enero de 2015

Colgamos chocolate en una grúa, falsas estrellas fugaces y miedo a volar en Toledo (principios enero 2015)

1 Viajo con mi amigo Jose a cierta ciudad turística. Por hacer la gracia, compramos un cubo de hojalata lleno de chocolate derretido y lo colgamos de una grúa. La grúa en cuestión es muy alta, y conseguimos colgar el cubo lanzándolo al aire, gracias a su larguísima asa de eslabones. Al rato nos damos cuenta de que podrían llamarnos la atención por ello y nos preguntamos si deberíamos descolgarlo. Sería un poco imprudente, concluímos, así que tomamos otra decisión: vender el chocolate por porciones a los transeúntes.

2 Es de noche. Me fijo en cielo y veo una serie de estrellas fugaces o cometas de trazo muy grueso y brillante. El espectáculo parece algo falso, por ser tan vistoso. Después me doy cuenta que, efectivamente, era un montaje.

3 Visitamos una ciudad castellana a la que hemos ido muchas veces (parece Toledo, o una amalgama entre varias). Me encuentro frente a un precipicio, y tras él, la silueta de la ciudad. Me dispongo a sortear el abismo "como hago siempre", volando. Pero esta vez desconfío de mis posibilidades y temo caer al vacío, así que desisto.