sábado, 28 de julio de 2012

Carrera hacia Roma, volando sobre los coches, descubriendo ciudades (finales julio 2012)

De viaje a Italia, nos hallamos a unos 20 km de Roma y decidimos llegar a pie hasta la ciudad. Yo decido emprender una carrera con otro compañero, corriendo a toda pastilla por las carreteras. En algún momento consigo saltar y mantenerme a flote por encima de los vehículos, sorteando el tráfico y casi volando. Pasado un rato, pierdo de vista a mi competidor y paso por una ciudad cuyo nombre empieza por 'Castel' (Castello, Castelgandolfo o algo así), y que me llama mucho la atención por las referencias que tenía. Sin dejar de correr, cojo la cámara e intento sacar fotos a una imponente iglesia de fachada muy horizontal, con la piedra desgastada por los siglos.

Reencuentro a una profesora de catalán, mi hermano nos cambia platos de sangre, mi abuelo se tiñe y el perro se sienta como una persona (mediados julio 2012)

1 la profesora Una mujer mayor se acerca a mí y se presenta. Dice que es Neus Català (sic) y que había sido mi profesora de catalán hace años, cuando era pequeño. Apenas la recuerdo, aunque me esfuerzo y por lo menos me suena algo. Tiene la cara agradable, algo cuadrada, de nariz chata, compacta y tersa, con rasgos como de alemana o sueca.

2 platos de sangre Estoy comiendo con mis hermanos. Creo que se trata de una escena imaginaria de cuando éramos pequeños. Hay varios platos de carne, algunos de ellos con un leve jugo de sangre. Mi hermano Ismael, sorprendentemente, va cambiando los platos traviesamente para quedarse con el que tiene más contenido sanguíneo.

3 reloj de sol y perro humano Estamos en Ordal, el pueblo de mis abuelos maternos, y veo llegar a mi tía Lourdes, con una niña muy pequeña, de unos seis meses o un año máximo. Más tarde veo a mi abuelo Eudald, que, para mi sorpresa, se ha teñido el pelo de gris oscuro, tirando a negro, y se levanta de una tumbona y me muestra un reloj de sol que acaba de adquirir. Mientras tanto, el perro Estel se ha hecho con su silla y se ha sentado de manera muy graciosa, como si fuera una persona, bebiendo y comiendo tranquilamente.



sábado, 14 de julio de 2012

Mi hermano y yo vemos otros planetas Tierra (mediados julio 2012)

Mi hermano Ismael y yo divisamos otros planetas iguales al nuestro en el firmamento nocturno. Planetas Tierra azules y brillantes, multiplicados en el cielo. Creo recordar que vamos en coche. La imagen nos sobresalta, y que parece alguna señal apocalíptica. Sin embargo, personas mayores a nosotros, como si quisieran ocultar algo, nos hacen ver que dichas esferas no son sino figuras artificiales erguidas a escasos kilómetros, cual grandes anuncios soportados con vallas y andamios. El sueño parece inspirado por la película 'Otra tierra' (Mike Cahill, 2011).

domingo, 8 de julio de 2012

Me lanzo al vacío con mi abuelo (7-8 julio 2012)

Me encuentro en un gran recinto comercial al aire libre, con varios pisos, escaleras mecánicas, comercios y espacios de ocio. Ando buscando a mis padres, que celebran un banquete con muchas personas. Me parece divisarlos en una gran aglomeración de mesas. Me ayuda en la búsqueda Josep C., tertuliano del programa donde trabajo, en la radio. Llegamos a una zona de gran altura y resolvemos lanzarnos desde allí al vacío. Entonces Josep se transforma en mi abuelo materno Eudald. Cuando ya nos hemos tirado, aunque flotamos ligeramente, presentimos que vamos a morir, así que mi abuelo, según creo recordar, me estrecha la mano y se despide de mí, con palabras breves y trascendentes. Sin embargo logramos aterrizar con vida y llegamos al recinto de los Juegos Olímpicos de Barcelona 92, donde nos espera el ex alcalde Pasqual Maragall para conmemorar los 20 años de aquel evento. Hay varios periodistas cubriendo la efeméride. Comento que vamos a poder comparar la primera foto de aquel 1992 con la última de 2012, pero una fotógrafa, con aire severo, me replica que no es la última, como si ello fuera ofensivo para Maragall, en plena enfermedad de Alzheimer.

lunes, 2 de julio de 2012

Heredo unas valiosas obras medievales (principios julio 2012)

Heredo una serie de piezas artísticas de época románica. Mi madre me las confía después de que pertenecieran a mi abuelo materno, que las adquirió salvándolas del pillaje y la degradación. No lo recuerdo muy bien, pero se trata de algunos relieves escultóricos y quizá alguna pintura. Acudo a una especie de monasterio, de donde proceden las obras, un conjunto hoy reconvertido en museo o centro de interpretación. Expongo la situación a dos trabajadoras o investigadoras del centro que, tras la conversación, acceden a hacer un reconocimiento formal conforme tengo la propiedad legítima de las obras de arte. Una de ellas suspira y se despide de una de las obras, como si perdiera a un hijo. La otra me recuerda que puedo vender las piezas al centro, y que me pagarían unos 7.000 euros por cada una de ellas. Le respondo que no lo descarto, pensando para mis adentros que el inesperado patrimonio puede ser un seguro en caso de que me vea en el paro o con dificultades económicas serias.