Llegamos a un pueblo de la Sicilia profunda. Una familia nos acoge en su finca. Tienen una terraza parecida a la de mis abuelos maternos en Ordal. Descubrimos unos pequeños pedazos de hielo, como diminutos cofres. Son genuinos de allí. Saco la cámara e intento hacer una foto, pero el aparato no funciona. Mi cámara tiene forma de un gran disco o reloj de pared. Cerca nuestro un chico y una chica ríen entre dientes, como si fueran los causantes de la avería de la cámara.
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