Tomo una bicicleta roja. Es baja de asiento y está bastante atrotinada. Aun así, la manejo con gran fuerza y seguridad, como si fuera una moto. Circulo por Barcelona y me siento libre y dueño de mí mismo. Pregunto el camino para ir a la catedral, ya que quiero comer en un restaurante por los alrededores del templo. El problema es dónde aparcar el vehículo; no había reparado en ello y no llevo ningún candado.
1 comentario:
Espero que a la vida real siguis més previsor, o et quedaràs sense dinar ;-)
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