lunes, 26 de julio de 2010

Conduzco y llevo a mi hija a mi piso (25-26 julio 2010)



Tengo una hija. En el sueño, se trata de Laia (en la vida real es mi prima) y la he tenido con Laura, de forma casi desapercibida: de hecho, en el sueño veo a la niña ya crecida (con unos 6 meses) y caigo en la cuenta de que soy su padre, como si fuera un secreto, algo olvidado o, más bien, algo que estaba allí pero de lo cual no me responsabilizaba.

Para tenerla conmigo y cuidarla como es debido, decido llevar a la niña a mi nuevo piso (en la vida real me estoy mudando) junto a mi prima Clàudia (hermana mayor de Laia en la vida real). Subo con las dos niñas a la furgoneta Hyundai de mi padre y coloco el cochecito de Laia frente al volante, para mantenerlo bajo control. Voy conduciendo con total desconocimiento, apretando el freno ¡con la mano! si hace falta, dejando que el vehículo vaya avanzando de forma automática -como un tren-, y únicamente en el tramo final siento algo de miedo y de culpabilidad por haber cogido el coche sin saber conducir.

Llego al portal de mi piso, y he aquí que la planta baja (en el sueño no me sorprende) es nada menos que mi lugar de trabajo, la emisora COMRàdio con su recepcionista y su trajín de trabajadores que entran y salen. Cojo el ascensor y subo con Laia y Clàudia. La cabina es tremendamente pequeña, y temo que mi hija, entre ascensor y cochechito, pueda quedar demasiado encajonada.

Finalmente llego al piso con las niñas (es muy alto, algo así como una quinta o sexta planta) y veo a muchos familiares allí dentro, preparando y colocando cosas para mi nuevo hogar. Están mis tías Montse y Lourdes, y también mi hermana Anna, ajetreadas y conversando entre ellas. En el sueño, mi piso forma parte de una especie de pensión, en una planta donde hay varias puertas y varios pisos que comunican con un salón común. 

Más tarde explico a mis familiares las peripecias con el coche. Mi tío José Joaquín (padre de Laia en la vida real) asoma por una puerta, escucha el relato y no parece hacerle mucha gracia.

ACERCA DE ESTE SUEÑO

Por: Doctor Kieslowsky 

Como el fornido Hércules en las Doce Pruebas, aquí el onironauta intenta sortear todo tipo de obstáculos en pos de su misión, y, como el esforzado Atlas, se carga el mundo a sus espaldas, concentrando en una misma lucha la familia, el trabajo, la emancipación, así como la adquisición de nuevas competencias vitales como cuidar hijos o conducir un coche. No faltan tampoco ecos de Prometeo, puesto que el onironauta roba el fuego a sus mayores y emprende la huída con la antorcha. Se trata pues, de un caso claro de sueño de adiestramiento, donde  el aspirante asume riesgos y pasos angostos (conduce sin saber, entra en un ascensor estrecho afrontando la claustrofobia), todo para conquistar un tesoro mayor, un plano superior de la existencia. El folclorista ruso Vladímir Propp, a quien tuve el honor de conocer durante mis estudios en San Petersburgo (entonces Leningrado, en los años 60), situaría este sueño en la categoría de prueba calificante; a ella le sucede la prueba decisiva, y a ésta la glorificante. Puesto que el onironauta es joven, para emprender todas estos quehaceres mitológicos le receto Herculina Vigorex, en gránulos, 2 cada 6 horas (leer prospecto).

Buenas vacaciones, como siempre veranearé en el Báltico con mi esposa y le enviaré una postal. A su disposición, y agradeciendo los servicios de traducción de Blogger, 

Dr. Andrzej Kieslowsky
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00-459 Gdansk
Tel. +48 58 349 12 48 Fax +48 58 349 20 74
E-mail akieslo@hotmail.com

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