Veo a un niño-gato merodeando bajo una roulotte. Se trata de una pequeña criatura, de torso algo alargado. Acuden unas niñas y me dan a entender que se trata de un bebé disfrazado. Me fijo en el niño-gato y me doy cuenta que lleva un pequeño ratón entre los dientes, con la cabecita sobresaliendo; sin embargo no parece nada feroz, más bien un juego. Más tarde le veo cerca de un pajarillo, y temo que le ataque, aunque la escena me atrae con encendida curiosidad.
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