Tras comer y masticar algo descubro desasosegado que se me ha caído una muela y varios dientes, desmenuzados. Puedo sentirlas, sueltas, dentro de la boca. A continuación los saco para verlos y se lo muestro a alguien para compartir mi sorpresa. Los dientes pequeños están desmenuzados, como si fueran de cristal o porcelana. Me inquieta pero a la vez lo temía desde hacía un tiempo; lo sólido podía ceder en algún momento, en parte por mi culpa, por desgastarlo o descuidarlo demasiado.
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