sábado, 13 de octubre de 2018

Hacinado en una macrovivienda (mayo 2018)

Pesadilla opresiva y determinista. Me veo obligado a ir a a vivir a un piso en las afueras de una ciudad, una especie de macroedificio-urbe autónomo y distópico. Vamos allí una docena de personas, incluidos familiares lejanos inquietantes o amigos de amigos con quien no tengo muy buena relación. Nos dividen en grupos de 2-3 y nos asignan habitaciones. Me voy agobiando cada vez más. A pesar de compartir vivienda compruebo que pagaré lo mismo o quizá un poco más. Un pequeño grupo de privilegiados puede tener su propia habitación individual. Es el caso de la periodista Pepa B. (!), que se instala en una suite de lujo, una especie de cabaña futurista y transparente que da a la calle.


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