Estoy en la colonia Güell, en Santa Coloma de Cervelló. Reconozco los edificios por sus formas irregulares y abruptas. Me introduzco por unos túneles muy estrechos. Al final, me encuentro tan adentro que ya no veo el exterior: tengo la perspectiva de una lombriz. La claustrofobia me urge a retroceder.
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