Entro en un gran centro comercial, de dos pisos, con la idea de comprar una gorra y unas gafas de sol. Son demasiado caras, así que decido no llevármelas. Aun así, por un extraño impulso, casi sin darme cuenta, me las llevo y salgo a la calle con ellas. Quedo con mis amigos y me advierten que me está siguiendo un hombre. Se trata del vigilante del centro comercial. Amablemente, me pide que le devuelva la gorra y las gafas robadas. Le cuento que no había sido mi intención, que había robado involuntariamente, y todo queda como un malentendido.
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