Me hallo en un gran laberinto en forma de escalera colosal que se alarga en espiral hacia abajo. He de ser el primero en llegar a la salida, antes de que lo haga el resto del grupo. Las paredes del laberinto son blancas, pero hay partes pintadas –o desconchadas, humedecidas- de color carne y salmón. Voy corriendo por el laberinto, subiendo y bajando escaleras. Visito largos pasillos por donde corren ríos y canales, como grandes alcantarillas.
Finalmente llego al fondo de la escalera y descubro que no hay salida. En uno de los extensos salones del laberinto hay una especie de muro con figuras mitológicas esculpidas. Distingo tres: la loba capitolina (la que amamantó a Rómulo y Remo, asomando la cabeza por la parte izquierda); la princesa Dánae (amante de Zeus, en medio del muro, a ras del suelo) y el dios Neptuno (ubicado en un balcón u hornacina, arriba a la derecha). Se trata de estatuas vivas: Dánae está peleada con Neptuno y charlan constantemente. La loba capitolina se mantiene más estática y sin embargo resulta más inquietante, como si estuviera agazapada o a la espera de atacar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario