domingo, 23 de diciembre de 2007

El mar agitado lleno de tesoros (22-23 diciembre 2007)

Viajamos por un lugar brumoso y costero, que vagamente asociamos al sur de Francia. Los parajes son de gran belleza, con campos tupidos de violetas y pueblecitos con campanarios por doquier. Estoy sorprendido, mientras que mi madre se autoafirma, porque ya conocía el lugar."¿Lo ves?", me dice. Mi padre nos lleva conduciendo a primera línea de mar. Las aguas están turbias. La franja donde rompen las olas está llena de vida: florecen almejas y moluscos, conchas brillantes e incluso una especie de babosa rojiza en forma de flan. Todo el mundo persigue estas bellezas. La costa se llena de gente que intenta llevarse algo de lo que trae el mar. Pero, de repente, el nivel de las aguas se eleva súbitamente. Nos asustamos. Mi padre sigue conduciendo a trancas y barrancas. Temo que en cualquier momento el coche quedará flotando y a merced del temporal. Finalmente logramos salir y subimos a la carretera. Desde allí se ve un panorama terrible: el horizonte del mar ya no es recto, sino curvilíneo, y las aguas se agitan tremendamente. Desde lo lejos se ven inmensas olas acercándose a la costa.

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