Como en otras ocasiones recientes, sueño que conduzco un coche con relativa facilidad a pesar de que no tengo el carné (ni el sueño ni en la realidad). Voy capeando obstáculos sobre la marcha, guiándome por mi intuición y no sin algún pequeño sobresalto.
Más tarde se me acerca una serpiente y siento un repentino escalofrío. La grima todavía es mayor cuando el animal posa sobre mi piel sus fauces abiertas, como fláccidas. Me asalta verdadero terror al pensar que puede morderme o envenenarme, y lanzo gritos de ayuda para que quiten de encima el amenazante reptil.
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