Es de noche. Oigo la voz del ex conseller de la Generalitat Joaquim Nadal hablando sobre medidas para garantizar la seguridad en las calles y la lucha contra el crimen. Mientras van resonando estas declaraciones en mi interior, empiezo a andar por la calle Jaume I de mi ciudad, Sant Boi, como si fuera un simio, con los puños en el suelo. Noto el suelo como algo cómodo y accesible, como si andara sobre parquet o sobre una colchoneta.
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