Dormido con mucha resaca, tengo sueños
sobre el trabajo donde estoy inusualmente atolondrado y distendido. En la redacción,
estoy charlando con mis compañeros sobre mi esporádica carrera como actor de
cine (?) y de este modo olvido que debo entrar al estudio para locutar mi
resumen de prensa diario, junto a mi compañero Sergi. Él parece frío y triste,
y ha hecho un documento muy esquemático. Tomo notas a mano, muy rápidamente, y
doy por sentado que deberé hacer todo la sección improvisada. Sin embargo, el
presentador del programa, Jordi, me sorprende felicitándome por mi santo (incluso
se levanta de la silla, para hacer el número). Se lo agradezco, pero entonces
pienso que se ha equivocado, porque mi santo, creo recordar, es el 23 de junio,
fecha que atribuyo erróneamente a las onomásticas de Pedro y Pablo (en
realidad, mis santos son San Juan, el 24 de junio; y San Pablo, el 29 de
junio). En este ambiente de despiste y laxitud, acabamos en una cocina de un
piso, charlando aún, y me pregunto si nuestra conversación todavía estará
sonando en el directo (en ese caso, estaríamos haciendo demasiados silencios;
me desasosiega esta sensación permanente de la realidad que debe ser
retransmitida). Toni, el técnico, me responde que no, que ahora hay otro
programa en antena, y me tranquilizo. Más tarde estamos en casa de nuestra
compañera de la radio Mari Joe. Se muestra muy afectuosa con todos nosotros y
me cuenta que el otro día compró en el mercado “brocs” (sic), lo que parece una
hortaliza o una especie de espárrago. Según ella, estos “brocs” tienen una
excepcional sequedad y acidez que le gustan mucho, porque le “excitan”, y se
pone a imitar cómicamente a unas señoras del mercado que hablaban en
castellano. Después estamos en un coche, y Mari Joe va comentando las tiendas
que vemos con Laia, otra compañera con quien parece tener una gran relación de
amistad y familiaridad. Sergi sigue con nosotros y permanece triste y
melancólico.
No hay comentarios:
Publicar un comentario