sábado, 22 de septiembre de 2012

Defiendo a un compañero ante un caporal; recojo amatistas y monedas antiguas (mediados septiembre 2012)

Estoy enrolado en una especie de ejército o comando especial. Recorremos la ciudad de Barcelona  en un pequeño tren rudimentario, al aire libre, y llegamos hasta una zona montañosa en la falda del Tibidabo, entre colinas peladas y fincas varias. Por el camino descubro casualmente que hay algunas amatistas (minerales violáceos y aristados) y recojo por lo menos dos o tres. También hago lo propio con unas monedas antiguas. Se trata de monedas de 10 o 100 pesetas, con una peculiar forma entre redonda y rectangular, tamaño notable y cierto personaje antiguo grabado en ellas.

Más tarde estamos en un pequeño cuarto. Nuestro caporal alecciona duramente a un compañero (Lluís, compañero del trabajo en la vida real). Le reprocha sus errores, su falta de atención y haberse besado con una mujer en horas de servicio. La sarta de amonestaciones es tajante y prolongada, hasta que le comunica su expulsión. En este punto, me levanto de la cama (al parecer estábamos todos estirados) y me dirijo con rebeldía al jefe para decirle algo así como "menos chulerías". Salgo en defensa de mi compañero ante su mirada atónita.

No hay comentarios: