domingo, 12 de diciembre de 2010

Viajo solo a Marrakech y tengo un hijo (11-12 diciembre 2010)


1 viaje solitario. Viajo solo a la ciudad marroquí de Marrakech, después de la visita que hice con Laura. Con aire decidido e improvisador, cojo el avión, llego al aeropuerti y me subo a un taxi en dirección a la urbe (tal como hicimos en la vida real). En este caso, la conductora es una mujer árabe oronda y de trato amable. 

De repente, caigo en la cuenta de que no he cogido el cargador de la cámara para hacer fotos. Nervioso, saco la cámara y veo que está con la batería bajo mínimos: una pila de color rojo parpadea en la pantalla. Entonces aprovecho una parada del taxi para bajar y meterme en un gran bar-restaurante de carretera. Al parecer, los camarareos hablan en castellano, así que me dirijo a ellos para preguntarles si puedo usar los enchufes; asienten, y, aliviado, conecto la cámara a la corriente (sin necesidad de cable, por lo visto). Me complace pensar en los atardeceres color malva en el desierto, y otras bellas estampas que podré inmortalizar.

2 tengo un hijo. Sueño que soy padre. Estamos ya en la habitación del hospital; Laura se encuentra tumbada en la cama, y, en la cuna, está el bebé, de cabeza y frente muy grandes, pero de facciones muy pequeñas y delicadas. Lo cojo en brazos, algo tembloroso, y creo advertir que se parece mí. Enseguida empiezan a llegar familiares, como los tíos de Laura. Me siento emocionado y sobre todo crecido como persona, por mi nueva condición de padre, aunque todavía me cuesta hacerme a la idea y saber cómo actuar.


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