Subo a casa de mis abuelos y veo su piso convertido en un muestrario de antigüedades: libros, postales, fotografías añejas, llaveros y otros objetos que, al parecer, mi abuela ha decidido rescatar de sus cajones y rincones para ponerlos a la venta. La casa está llena de visitantes interesados en adquirir alguno de los artículos. La situación me deja extrañado.
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