domingo, 13 de enero de 2013

El esqueleto de mi abuela (mediados enero 2013)

Pasado un tiempo del fallecimiento de mi abuela paterna, nos convocan para ir al lugar de su tumba y adecentar sus restos mortales. Entramos en una especie de galería subterránea, donde se conserva el ataúd junto a otros muchos muchos. Algo espantado y sobresaltado por las circunstancias, procedo a abrir la tumba para extraer cuidadosamente el esqueleto. Me sorprenden sus pequeñas dimensiones, y me invitan a pensar hasta qué punto la muerte nos hace menguar a todos. Todos realizan tareas y, en cuanto a mí, me ocupo de extirpar al esqueleto una especie de cuerno o gran tornillo que le ha salido justo en el centro del cráneo. Lo hago con toda la frialdad y sentido del deber que puedo, intentando superar el dolor por su muerte y la decadencia de sus restos.

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