Es de noche. De repente aparecen varias lunas en el cielo, en una alineación que en cierto modo esperábamos los asistentes. Están mis padres. El espectáculo me hipnotiza y apenas intuyo lo que va a ocurrir: grandes temblores y convulsiones que anticipan el fin del mundo.
Por algún motivo, el desarrollo del apocalipsis va ligado al despellejamiento de mi dedo (estos días tengo mucha sequedad en las manos), que se va pelando como una naranja alrededor de la yema. Llega mi padre e intentamos que ayude a detener el proceso, contando una historia en voz alta que, como raro ritual, invierta la situación.
Por algún motivo, el desarrollo del apocalipsis va ligado al despellejamiento de mi dedo (estos días tengo mucha sequedad en las manos), que se va pelando como una naranja alrededor de la yema. Llega mi padre e intentamos que ayude a detener el proceso, contando una historia en voz alta que, como raro ritual, invierta la situación.
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