En uno de mis sueños lúcidos, fabulo que me levanto de la cama y empiezo a merodear por mi casa. Entonces vuelvo a la habitación para encontrarme con mi Yo durmiente (repitiendo lo que he hecho en ocasiones interiores), y me llevo al cuerpo inerte al lavabo, para mirarnos ambos al espejo. En el cristal se dibuja una cara ancha y deformada, como de un hombre mayor y fornido, de aspecto malvado y grotesco.
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