Es de noche. Estoy dentro de un edificio, quizá mi lugar de trabajo, donde entro de madrugada. De repente alguien advierte de una humareda lejana, que se ve a través de la ventana. Me asomo e intento quitarle importancia, hasta que el humo se convierte en fuego y nos empieza a invadir con una lluvia de lava y ceniza apabullante, que nos golpea como una granizada. Más tarde huímos, creo que en barco.
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