sábado, 9 de junio de 2012

Replico un bebé en 3D y descubro un cadáver disecado (principios junio 2012)

Cojo en brazos un bebé entrañable, de rostro regordete  y risueño. Quizá es mi sobrino, o alguien muy cercano a mí. Tanto deseo tenerlo conmigo que recurro a una insólita tecnología para obtener una réplica exacta del pequeñuelo. Con una cámara especial que me presta mi padre, obtengo una especie de moldes o patrones de la imagen del bebé, que, pasadas unas horas, dentro del recipiente adecuado, se hincharán de algún modo hasta dar con una representación tridimensional y exacta de la persona fotografiada (acaso me ha inspirado la tecnología, existente en la vida real, que consiste en imprimir en 3D). 

Dejo los moldes reposando en el garaje de la casa de mis abuelos maternos, y, rebuscando entre cajas y almacenes, hago otro descubrimiento, éste más inquietante: aparece el cadáver disecado de un hombre. No se trata de ningún crimen, sino de alguien a quien preservaron incorrupto para honrarle, en algún ritual de tipo religioso. Al parecer, se trata del marido de la madre de Laura (no siendo exactamente su padre) así que acudo a la viuda para entregarle el cuerpo. Pensaba que se alegraría, pero ocurre todo lo contrario; se consterna profundamente y se indigna conmigo. La madre de Laura se queda entonces atrincherada en el garaje, donde pasa la noche, mientras yo retorno al piso de arriba, donde estamos celebrando una comida familiar, con la presencia incluída de mi abuela Cari, fallecida en la vida real y aparece reincorporada con nosotros, como si si muerte hubiera sido un tránsito efímero y extraño.

Al día siguiente acudo para hablar con de nuevo con la madre de Laura. Sigue allí, sentada, con la expresión llena de rencor contra mí. Me siento culpable, no sé como reconducir la situación.

No hay comentarios: