Semanas de muchas alucinaciones hipnagógicas (en el tránsito de la vigilia al sueño), coincidiendo con una ola de calor. En una de ellas, al dormirme, empiezo a oír voces estrepitosas de niños, como un coro de angelotes o espíritus infantiles que se ponen a parlotear. Otra noche, sueño que llega Laura y se acuesta junto a mí; dentro del falso despertar, contemplo su cara y la palpo bajo la penumbra para comprobar que es ella. En algún momento su rostro aparece como deformado; vuelvo a mirarla hasta que recompone sus facciones verdaderas.
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