En el tránsito al sueño, nuevas experiencias hipnagógicas. Percibo y atisbo un espíritu maligno, o cuanto menos inquietante y desconocido, que entra en el cuarto como un fantasma blanquecino, que retumba y gruñe. Su onda expansiva me pone del revés en la cama, hasta el punto que pienso que me he girado verdaderamente. También agita poderosamente las sábanas, como si fuera un vendaval o una fuerza eléctrica.
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