lunes, 27 de octubre de 2014

Rompemos un huevo gigante en el bosque (octubre 2014)

Mi amigo Jesús y yo exploramos un bosque en busca de unos misteriosos huevos que anidan sobre las ramas de los árboles. Se trata de huevos grandes y redondos, muy blancos y llamativos. Aparecen en solitario, sin que aparentemente hayan salido de ningún nido. Al llegar a un árbol, vemos uno de estos huevos, de tamaño gigantesco -como un metro de diámetro- y Jesús me tienta para que lo rompamos. Le digo que no, por miedo a que alguien nos vea, pero deseando secretamente que lo haga por malsana curiosidad. Finalmente Jesús pincha el enorme huevo y la yema sale como un torrente amarillento, formando un riachuelo en el bosque, entre rocas y matorrales. Me escondo, temeroso, mientras veo llegar unos excursionistas. Observo a Jesús por una rendija: él sigue en el mismo lugar, travieso y desafiante. Pienso en si podré exculparme en caso de que alguien nos reproche lo sucedido.

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