Llego al día y lugar de autos y me asombro. Descubro que el ritual consistía en clonar a cada persona, de modo que veo a diferentes conocidos literalmente duplicados ante mí: mi profesor de canto Pau en el centro, mirándome entre hechizante e inquietante, muy quieto; y también otras alumnas y compañeras de la escuela de canto Coriveu.
Incluso llegan unos sacerdotes ancianos para oficiar una especie de misa o sacramento, e incluso ellos se han auto-clonado, y sus dobles van llegando detrás de ellos, en este caso vestidos, con mismas indumentarias, túnicas, etc. Me siento algo ajeno y vergonzoso ante aquel acto tan extraño; me apesadumbra ser el único que queda fuera pero a la vez lo veo algo muy perturbador y de reglas desconocidas.
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