sábado, 27 de noviembre de 2010

Vamos a la ciudad nevada de Michael Jackson, mis hermanos se vuelven pequeños y puedo volar con ellos (26-27 noviembre 2010)



Sueños de gran belleza y vivacidad, donde exploro lugares y descubro cosas insólitas para mi regocijo. 

1  ciudad nevada. Viajo con Laura por diferentes lugares de Francia (lo hemos hecho en la vida real el pasado verano). Llegamos a una ciudad de nombre parecido a Grenoble, aunque en el sueño es inglesa. En el margen derecho de la carretera se extienden grandes montañas nevadas, con miradores y caminos rocosos por donde suben los excursionistas. Extasiado, digo a Laura que podríamos parar allí, aunque sea en el camino de vuelta; ella asiente vagamente.   

michael jackson. Una vez en la ciudad, contemplamos monumentos y recorremos las calles hasta que anochece. Llegamos a una plaza cuadrada y compacta llena de bares y restaurantes cerrados; le digo a Laura que, más tarde, a buen seguro aquella plaza se animará. Muy cerca, veo un edificio altísimo con la cara de Michael Jackson a modo de cúspide; entonces caigo en la cuenta de que se trata la ciudad natal (?) del Rey del Pop. Entramos en una casa y pregunto a los lugareños si es así, si Michael Jackson nació en una ciudad inglesa, y me dicen que sí: nació allí y luego alcanzó la fama en Estados Unidos. Me asombro positivamente por mi dominio del idioma.  

2 mis hermanos vuelven a la infancia. Voy a casa de mis padres y encuentro a mis hermanos pequeños, Lluís y Alícia. Les veo increíblemente más pequeños: de repente, vuelven a tener facciones aniñadas, visten como niños, Alícia lleva el pelo más corto... Asombrado, se lo digo a mi madre, pero no parece darle importancia. 

puedo volar. Todavía en casa de mis padres, he aquí que puedo volar a lo largo del pasillo, colocándome en forma de U, como una sirena, con las piernas hacia atrás, y fluyendo suavemente, espontáneamente, como si buceara. Me divierte tanto la idea que cojo a mi hermano Lluís en brazos y me lo llevo al vuelo una y otra vez. 

despierto y ya no vuelo.  Entonces se produce algo muy curioso en el sueño. Tengo un falso despertar y en seguida me entristece pensar que el vuelo era una fantasía. Aun así, no me rindo del todo y vuelvo a intentarlo: me coloco en el pasillo, con las piernas hacia atrás, pero me caigo, y nunca consigo arrancar el vuelo.

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