domingo, 23 de enero de 2011

Llevo un cisne diminuto en la mano, y se asusta con las ocas (21-22 enero 2011)


Estamos en una gran casa de colonias, con varias piscinas repletas de gente. Voy nadando sin parar y juego con niños pequeños, a los que cuido. Mi padre está vestido, observando distraídamente desde la barrera. De repente, unos graciosos le lanzan al agua, y voy rápidamente hacia él para ayudarle.

Más tarde nos trasladamos a un lugar mucho más calmado y reducido, una especie de granja donde comparto el rato con unos cuantos jóvenes de la quinta de mis hermanos mayores. Llevo en la mano una especie de cisne diminuto, al que cuido y protejo como si fuera un bebé. Con la pequeña criatura en la palma, me acerco a un corral donde graznan las ocas. Al escuchar el alboroto, el cisne diminuto se arrebuja en mi mano, como asustado. 

Pasado el trance, vamos hacia unas zarzas de donde surgen moras exhuberantes, con granos enormes como racimos. Alguien duda si está permitido coger, pero yo les animo a que lo hagan sin ningún pudor; las moras tienen un sabor dulcísimo y maravilloso. De repente, una monja sale apresurada desde el interior de una especie de armario de contadores; nos alarmamos, temniendo que nos riña, pero finalmente pasa de largo para participar en una reunión con otros 'superiores', entre ellos algunos jefes de mi trabajo en COMRàdio.

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