domingo, 6 de noviembre de 2011

Visito un gran estanque con ballenas, cocodrilos, pulpos y caballos (5-6 noviembre 2011)


Sueño muy vivaz y entretenido; al despertar me enoja que todo fuera ficción. 

Viajo con mis abuelos maternos por varios pueblos. Al atardecer llegamos a Cardona. Me molesta que ya haya oscurecido, porque las fotos no lucirán lo suficiente, pero salgo del coche para emprender una vuelta rápida por el pueblo. En el sueño, está lleno de casas pintadas y construido alrededor de un gran lago o estanque. Caminando a la vera de sus aguas, oigo de repente que ofrecen navegar a lomos de ballenas y cocodrilos. Me vuelvo y veo a las propias ballenas y cocodrilos, acercándose a mí mientras vocean la oferta. Al principio me asusto, máxime cuando el cocodrilo abre las fauces como si me quisiera comer la pierna, pero veo enseguida que los animales son amables y humanizados, con un aspecto casi de dibujos animados, además de tener tamaños muy pequeños. Pero desisto de subirme a sus lomos, porque me da miedo; hay algunas risitas por mi confesión.

Sigo andando por la orilla del lago y se forma entonces un corro alrededor de un pulpo blanco, parecido a una sepia o un calamar de apenas un metro de largo. Un compañero de mi trabajo, Enric, lo saca del agua agarrándolo por una especie de tentáculo que tiene en la cabeza y podemos entonces contemplar su cara lánguida, con los párpados y la boca caídos; su expresión, tan seria y amodorrada, provoca la hilaridad. Enric nos  advierte entonces, con gran verborrea, que debe devolver el pulpo al agua, porque aguanta muy poco tiempo fuera de su hábitat. Aprovecho para hacer alguna foto del animal.

Prosiguiendo mi andadura por el estanque, me fijo entonces en unas curiosas marcas en el suelo: toda la orilla está ribeteada por pequeños termómetros de mercurio, como claveteados, con la imagen decorativa de un ciervo o un cabrito. Intento hacerle fotos también, aunque al sacar la cámara veo que la batería de termómetros se ha acabado. 

Después veo pasar rápidamente un caballo: avanza como desbocado con un pequeño carruaje vacío, para una sola persona. Consigo tomarle una instantánea. Y finalmente también veo un gran escaparate de una tienda de ropa: está medio sumergido en las aguas del lago, y protegido por una vitrina. En el escaparate hay dos sillas y varias piezas de ropa expuestas. Pego la cámara al cristal y hago fotografías del insólito conjunto compuesto por el agua, el cristal, los objetos y las plantas.

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