Estos días sueño varias veces que llevo un coche (en la realidad no conduzco). Suele ser un automóvil pequeño y ligero, poco potente, como en este caso, en el que debo dirigirme a la ciudad de Terrassa. Conduzco con torpeza, guiándome apenas por la intuición y adentrándome en los carriles de forma algo temeraria. Voy preguntando a vecinos y peatones para que me indiquen el camino. Me miran raro.
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