Salgo a la calle y veo a mi abuelo paterno, Cristino. Resopla; me da a entender que está cansado. Entonces lo cojo a cuestas, encima de mis hombros, y nos vamos a andar. Paseando por las calles de Sant Boi, en el horizonte se divisa una vista magnífica de la montaña de Montserrat, con una silueta nítida y colosal. El monte parece una construcción de Gaudí: en algunos tramos parece un acueducto curvilíneo, con puertas y agujeros naturales. Es la tercera vez que aparece Montserrat en mis sueños en los últimos días.
miércoles, 4 de junio de 2008
Veo Montserrat con mi abuelo a cuestas (3-4 junio 2008)
Salgo a la calle y veo a mi abuelo paterno, Cristino. Resopla; me da a entender que está cansado. Entonces lo cojo a cuestas, encima de mis hombros, y nos vamos a andar. Paseando por las calles de Sant Boi, en el horizonte se divisa una vista magnífica de la montaña de Montserrat, con una silueta nítida y colosal. El monte parece una construcción de Gaudí: en algunos tramos parece un acueducto curvilíneo, con puertas y agujeros naturales. Es la tercera vez que aparece Montserrat en mis sueños en los últimos días.
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