Laura y yo nos mudamos a un piso caótico. Tiene poco espacio está lleno de gente y no encontramos intimidad. Tampoco logramos identificar quién es el propietario o el dueño, quién está al mando, con quién debemos hablar. Empezamos a amueblar el piso, y veo que el comedor queda francamente estrecho. Además, debemos compartirlo con otras personas, como si estuviéramos realquilados.
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