Laura y yo viajamos en avión de Madrid a Barcelona. Una azafata algo nerviosa se encarga de pilotar el aparato, sentada frente a nosotros, como si se tratase de una furgoneta o un autobús. No comprendo la situación, y me pregunto si dentro de la cabina también habrá el consabido piloto. El avión despega y siento un subidón de vértigo, aunque enseguida intento controlarme. Al poco rato, se produce un pequeño incidente y debemos hacer una parada técnica. El avión va bajando y ralentizando su marcha, hasta llegar, casi a ras de tierra, a una zona rocosa con campos, bosques frondosos y pequeños pueblos rústicos.
- Debe ser la provincia de Soria -comento a Laura. Aunque más tarde convenimos que será Guadalajara, por situarse muy cerca de Madrid. El paisaje es hermoso y bucólico, dan ganas de quedarse en él.
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