domingo, 1 de agosto de 2010

El piso oscilante (5-6 febrero 2010)


Laura y yo visitamos un piso donde iremos a vivir. Se trata de una vivienda donde ya estuvo mi hermana Cristina; es un bloque de dos pisos ya ocupado, y nos lo realquila un matrimonio de mediana edad. La mujer está haciendo la siesta. Todavía tumbada, con un aspecto algo hortera (pelo rizado teñido de rubio, labios pintados de color chillón), la propietaria nos informa de que dormiremos abajo, y ellos arriba (o al revés, no lo recuerdo...).

No me queda muy claro como funcionará la distribución de la vivienda. Además, el primer piso y el segundo están separados por una escalera sin barrotes, y sólo un sofá desmontable ejerce de barrera. Temo que, empujándolo involuntariamente, podamos caer abajo.

Y para más confusión, mientras estoy sentando escuchando las explicaciones de los propietarios, he aquí que me fijo en los ventanales y percibo que el edificio oscila muchísimo; prácticamente se mueve varios metros, a tenor de la visión del paisaje, que se va desplazando. Al preguntarles sobre el fenómeno, se ríen; dicen que eso no ocurre en absoluto, que es mi imaginación. Laura tampoco lo aprecia.

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